Pepe_HuayhuacaPor: José Carlos Huayhuaca

El viernes 4 de noviembre se inauguró en el Cusco, en el Palacio del Inca Túpac Yupanki, la muestra fotográfica en conmemoración a  los 120 años del  nacimiento de Martín Chambi,

exposición que  fue promovida y organizada por su nieto y gestor, el fotógrafo  Teo Allaín Chambi. En la misma ocasión, también se dio a conocer y se puso en circulación un sello postal conmemorativo de Serpost.

La exposición está distribuida en varias salas, de acuerdo a los diversos temas fotográficos que comprende: fotos de la ciudad, retratos, etc. Cada sala está acompañada por textos a cargos de conocedores de los campos a los que corresponden. Los residentes  en el Cusco tienen el privilegio de apreciar las fotos y leer los textos; pero a quienes se encuentran en el resto del país y en el vasto mundo,  les presentamos el texto escrito para la ocasión por uno de los estudiosos más importantes en la obra de Chambi, el cineasta y escritor José Carlos Huayhuaca.

 

Los Retratos de Martín Chambi

Por José Carlos Huayhuaca

 Entre los diversos géneros fotográficos que cultivó Martín Chambi, se cuenta uno de los más ilustres: el retrato. Los innumerables que hizo, a grupos y a individuos, fueron tomados tanto en su estudio como al aire libre o en las casas de cada quien. Al estudio iba la gente a hacerse retratar, pero ocurría que con frecuencia Chambi tenía la iniciativa de llevar allí a personas  que descubría en la calle. En cuanto a los retratos que realizó in situ, a veces el fotógrafo era  convocado por sus  clientes, sea a sus respectivas viviendas, sea a sus lugares de trabajo; pero en otras ocasiones, se trataba de gente que encontraba al paso de sus muchas andanzas, por aquí y por allá.

 

Retrató prácticamente a todas las clases sociales del Cusco, desde indios Q’eros hasta terratenientes, desde “cargadores” hasta celebridades, desde “chicheras” hasta atletas, políticos, niños de la calle, damas de sociedad y un largo etcétera, entre 1920 y 1955, aproximadamente. Así, levantó un admirable inventario visual Gigantede esa sociedad, análogo, en algún grado, al que realizó el alemán August Sanders, más o menos por la misma época, en Alemania.

Precisamente, el título del libro que hizo famoso a Sanders, Rostros de nuestro tiempo, podría también aplicarse a esta vertiente de la obra de Chambi, cuyo lente captó -nos da la impresión- todos los rostros de su tiempo.

Pero los retratos de Chambi no solo tienen el valor histórico y testimonial que asociamos a tal tipo de trabajo, sino también poseen, como bien se sabe, alto valor estético en tanto arte fotográfico. A tal grado que muchos de sus retratos han alcanzado el estatus de iconos de la fotografía latinoamericana y mundial, como es el caso incomparable del “Hombre gigante de Llusco”, especie de vestigio inca, a la vez magnífico y ruinoso.

Desde el punto de vista del estilo, Chambi fue más bien ecléctico. Algunos de sus retratos obedecen a autoretrato_chambiuna estética donde cuentan los efectos de iluminación  (el claroscuro, por ejemplo) y la pose cuidadosamente ensayada, como ocurre con su famoso “Autorretrato en el estudio,

de 1922”. Pero los más característicos son naturales y como despojados de todo artificio: clásicos. Al verlos, da la impresión de que fuesen el resultado, no de “ideas fotográficas” impuestas sobre las personas, sino de transparencias que nos permitieran ver al sujeto esencial, no al contingente.

 

Pero la “esencia”, o la identidad profunda, de las personas no era, Cargador_de_chicapara Chambi, de índole psicológica sino de índole social. Lo que descubrimos viendo sus retratos, antes que la vida interior de la gente, es su ubicación en la sociedad: su rol, su jerarquía, su procedencia, su condición—aquello que los existencialistas denominaban “el ser-para-los-otros”. Chambi no se interesaba en asomarse a las emociones o a los pensamientos de sus retratados, en captar siquiera un vislumbre de ellos. La amplia sonrisa del “Cargador de chicha en Tinta”, por ejemplo, no parece corresponder al estado anímico circunstancial de ese individuo, sino a la imagen afirmativa (a la idea platónicaNio_mendigo, da ganas de decir, o al emblema) de aquellos que son como él, a su categoría toda.

 

Sin embargo, en algunos casos, salta  a la vista el sufrimiento que aflige a una persona específica, como en el magnífico retrato de estudio “Niño  mendigo”, de 1934.

 

detalle

 

Allí está, de modo ostensible, la condición social, pero allí también está el terror interno que esa desvalida criatura siente, expresado en las brasas aún quemantes de sus ojos.

 

 

 

 

 

 

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