PatriciaMarin01

Editorial

Pocos meses antes de las torrenciales lluvias que originaron el histórico desborde del río Urubamba, con el consiguiente devastador efecto sobre el turismo al Cusco, Valicha publicó un especial sobre la necesidad de mejorar la gestión de Machu Picchu.

Los entrevistados, empresarios del sector en su mayoría, aseguraban que el futuro del turismo en el Cusco dependía del incremento de visitantes al santuario: cuantos más visitantes, mejor. Tal afirmación se vuelve discutible, por decir lo menos, tras lo que el historiador José Tamayo Herrera denomina el “tsunami del río Urubamba”.

Tamayo nos pone en la perspectiva histórica de los embates de la naturaleza sobre el Valle Sagrado de los Incas, y creemos que ella es de vital importancia pues los cusqueños deberíamos tener presente que ya es hora de administrar nuestra casa y nuestras tierras de acuerdo a las condiciones climatológicas, geológicas y geográficas que las caracterizan. Si tuviéramos presente que estamos en permanente riesgo de aluviones, sismos y heladas, construiríamos edificios tan resistentes como Machu Picchu, y no tan vulnerables y caóticos como Aguas Calientes. Distrito que, según la categórica afirmación del arqueólogo Guillermo Lumbreras, debería desaparecer, así como la estación del tren debería mudarse a otro lado. En la entrevista que ofreció a Valicha, el ex director del Instituto Nacional de Cultura del Perú, sostiene su posición de controlar el flujo de turistas en el Santuario y expone sus razones técnicas y científicas desde el punto de vista de la conservación. Pero también llama la atención sobre los peligros del “mono-turismo”, problema respecto al cual el reciente desastre climático nos ha hecho cobrar aguda y dolorosa conciencia. ¿Se debe apostar únicamente por un solo destino, Machu Picchu? El Cusco todo, dice Lumbreras, tiene mucho que ofrecer, en especial su variada riqueza inca antes que su patrimonio colonial, pues aquella es su real ventaja comparativa, respecto a otros famosos destinos turísticos latinoamericanos, al menos desde el punto de vista del turismo internacional. Pero tampoco se trata de fetichizar a este turismo, pues, continúa informando el doctor Lumbreras, el 70% de visitantes a Machu Picchu son peruanos.

Repensar, pues, la política del sector turismo es una prioridad, tanto para los empresarios como para el gobierno. El Cusco fue siempre un polo de atracción, y para ello no es necesario ir muy lejos en la historia, solo la década del 70 del siglo pasado nos muestra por ejemplo a una pléyade de europeos y también latinoamericanos que se establecieron allí no por Machu Picchu sino para gozar de una experiencia más integral de la cultura cusqueña. Fue el caso de la diseñadora argentina Ester Ventura, quién no solo se afincó en Cusco, sino que se transformó gracias a dicha experiencia, tanto en lo personal como en lo profesional. Así, unos años después pondría en el escaparate internacional una nueva forma de mostrar el arte de transformar la plata, tomando como inspiración a los artesanos locales que conoció y estudió durante su larga estadía en el Cusco. En esa misma dirección, la historiadora Elizabeth Kuon, al mismo tiempo que recuerda con añoranza la ruta que hiciera en su infancia con sus padres en su viaje a Buenos Aires, estudia la profunda relación que intelectuales y artistas de esa ciudad tuvieron y acaso todavía tengan con el Cusco, en el cual ven un referente no solo cultural sino espiritual.

Pero el “Tsunami del río Urubamba”, ha dejado también en evidencia que el Cusco aún es agrícola y que sus vías de transporte y comunicación son muy vulnerables. Es decir, que hacemos agua por todos lados. ¿Cómo enfrentar estos débiles flancos? Evidentemente somos los cusqueños los que deberemos ser creativos, como lo fuera en su momento Gilberto Muñiz Caparó cuando, como alcalde del Cusco, creó el hoy controvertido “boleto turístico”, estrategia que dotó de rentas a la Municipalidad, al INC y al clero, y consiguió además los reconocimientos por parte de la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Ahora que las elecciones ya están a la vuelta de la esquina ¿con qué criterio vamos a elegir los cusqueños a nuestras autoridades? Esperemos que el tsunami también haya arrasado con los malos políticos y los oportunistas de siempre. Hay que celebrar el Día del Cusco. Pero la mejor manera de hacerlo será responsabilizándonos por el voto que demos, y escogiendo al candidato que pueda estar a la altura de la exigencias y necesidades de esta histórica ciudad.

Valicha, por su parte, quiere dar una explicación del relativo retraso con que ofrece la presente edición. Se debe al arduo trabajo invertido recientemente para brindar a sus lectores un nuevo sistema que le permitirá ser más interactiva. Gracia a ello, podremos ponernos al servicio de los lectores para que den sus opiniones, y para que puedan compartir y difundir la revista si así lo ven por conveniente. ¡Felices Fiestas del Cusco!

 

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