denis-freybote1Antes de transponer la puerta, te recibe, o más bien, te envuelve, sin dejar escapatoria, un maravilloso olor a café recién hecho. “¿Cómo es posible que los peruanos prefieran un café instantáneo teniendo este extraordianrio café quillabambino?“, se pregunta Denis Freybote, novel empresario alemán propietario del Café Punchay. Su deseo es vender lo que el Cusco produce y, en breve, hará contacto directo con los productores para abastecerse, especialmente, de café orgánico. Sabe que los europeos, cada vez más, prefieren productos libres de sustancias químicas, y además estos productos tiene un mejor precio en el mercado europeo.

Aparte de su aromático y agradable café, Puchay ofrece a sus clientes europeos la ”bundesliga”, fútbol inglés, italiano, español, y tiene una buena colección de películas en alemán, todo lo cual se disfruta en una gran pantalla de televisión. Y muy pronto se abrirá un espacio que estará destinado no solo a mostrar el arte contemporáneo cusqueño sino también a venderlo: ”un arte de formato pequeño, con motivos locales actuales, o de la cultura inca que pueda entrar en el equipaje del viajero”.

 

La idea de poner un café le surgió en su natal Alemania. Un trabajo estresante lo alejó de su país, hace poco más de un año. Tenía la necesidad de hallar "otro ritmo para mi vida", dice, y asegura que esto solo es posible en Sudamérica y Centroamérica, cuyos países ya había conocido en anteriores viajes: Costa Rica, Chile, Brasil y, por supuesto, Perú, donde conoció el Cusco. A Denis le gustan los Andes; el clima del Cusco le parece ideal, no hace mucho calor ni mucho frío y, cómo no, su centro histórico. Para él, “Cusco es un lugar especial para vivir y tiene muchos visitantes, esto hace posible que uno pueda poner un cafe con mucho éxito”.

 

Café Punchay

Otra de las peculiaridades que hizo que Denis optara por el Cusco es la gran colonia alemana asentada en esta ciudad. Este joven alemán tiene a quien pedir consejo y sabe cómo ubicarse en medio del singular modo de comunicarnos unos con otros que tenemos los cusqueños. Esto fue muy importante pues Denis se encontró con otras leyes, otra cultura y otro modo de ver el trabajo.

A sus 36 años, siente que Cusco es un ambiente muy bueno para él, compara la calidad de vida cusqueña con la alemana: "En Alemania, toda la gente sale de su departamento al carro, del carro al trabajo, del trabajo al supermercado, y luego al departamento, no hay más. Tu no encuentras a personas, no tienes muchas ocasiones de hablar con la gente. En Cusco, la gente está en la calle, conversa, se viste alegremente, con muchos colores. Eso es vida”. Todo esto lo estimula para crear una nueva vida, un nuevo negocio. Quiere arriesgarse y hacer bien las cosas.

 

El Café Punchay está ubicado en una vieja casona de la calle Choquechaca. Las condiciones del local, cuando lo alquiló, eran como de la muchas otras casonas en Cusco: abandono y deterioro. Denis invirtió mucho trabajo y dinero: nuevas instalaciones, nuevo techo, nueva cocina. La decoración la está implementando poco a poco. Trabaja con cuatro personas a full time: dos mozos, una admistradora y un cocinero.

 

Pero no todo es del mejor color. Para variar, los carpinteros –quizás el gremio que se lleva las palmas de la informalidad peruana– lo sacaron de sus casillas, incluso contando con los consejos y advertencias de sus paisanos alemanes. Esto es demasiado para cualquier persona seria: demora en las entregas, calidad desigual, el eterno problema de la informalidad. ”Si algo me hace falta y tengo que aprender en Cusco, es paciencia, mucha paciencia”, dice Denis. “La impuntualidad es uno de los grandes problemas para los alemanes; cuando el bus llega dos minutos tarde es un gran problema, pero en el Perú y en el Cusco no lo es, yo tengo que aprender eso. Cuando comparo las cosas, me digo ¿por qué uno se pone tan nervioso por cinco minutos? Creo que el Cusco me está volviendo muy paciente“. Su relación con los proveedores también es desigual: ”Normalmente cada dos días, deben traerme la leche, pero no es así, en agosto no vino en muchas semanas, felizmente hay alternativas”.

Café Punchay

Si bien Denis tiene todo el deseo de aprender cómo somos los cusqueños, estos últimos no son rasgos culturales de los que debamos estar orgullosos, pero sí de la posibilidad que ofrecemos a todos, indistintamente de su nacionalidad, desde siempre: Cusco, desde tiempo del Tawantinsuyo, es un centro al que llegan visitantes de todas partes, es un crisol de culturas, donde todos debemos aprender de todos. Debemos estar orgullosos de nuestra hospitalidad, pero también estar abiertos a incorporar a nuestra cultura aquellos rasgos que nos hagan mejores seres humanos y no los que nos quiten identidad o singularidad. No deberíamos imitar cosas como el Halloween norteamericano, por ejemplo, o su afición a las hamburguesas, pero si la puntualidad y la ética del trabajo.

 

Suerte para Denis Freybote en su apuesta por el café quillabambino y el Cusco.

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