Roberto_Samanez2Una gozosa visita guiada por el arquitecto Roberto Samanez Argumedo, encargado de su restauración (el responsable general de la obra, desde el proyecto hasta su conclusión, fue el arquitecto Enrique Palacio).

Por: Patricia Marín

Formado en Brasil, y especializado en Roma en restauración, la contribución de Roberto Samanez a la puesta en valor y recuperación de monumentos va de la mano con la historia contemporánea cusqueña. Uno de los hitos en este campo es el famoso Proyecto PER-39 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Unesco -del cual Samanez fue Director de la contraparte peruana-, proyecto que logró, en casi una década, realizar estudios y obras que permitieron restaurar un gran número de monumentos arqueológicos e históricos de la región Cusco–Puno. Desde entonces, la actividad de la empresa turística en el Cusco, se abrió a la bonanza que hoy vive.

 

Mucha agua ha corrido bajo el puente, y las instancias o instituciones que promueven la restauración han cambiado radicalmente. Aun cuando el turismo sigue siendo el objetivo principal, hoy son las casonas coloniales cusqueñas las que se vienen recuperando y adoptando nueva vida al cumplir funciones de hospedaje para un selecto nicho de mercado hotelero. Este es el caso del Beaterio de las Nazarenas, que en la actualidad está bajo la conducción de la empresa Oriente Express. Aun cuando el proyecto de adecuación fue concebido por el arquitecto Enrique Palacio, el responsable de guardar las normas y velar por el rigor y respeto al patrimonio histórico y los cánones de época, fue Roberto Samanez.

 

La vida de una casonaVista_de_conjunto

 

La cita fue a las tres de la tarde, en la Plazoleta Nazarenas.

Puntual y diligente, Samanez explica, en primer lugar, la importancia del contexto histórico de la casona. “Pumacurco, Ladrillos, Choquechaca y Siete Culebras, correspondían a una cancha inca, que formaba el centro nobiliario. El sitio era conocido como “amaruqata”, en alusión a las culebras que existen labradas en diversas fachadas y que, según Bernabé Cobo, los indios de la ciudad seguían adorando aún el siglo XVII”.

 

“La casona tuvo como primer dueño a Mancio Serra de Leguizamón, conquistador y uno de los pocos hidalgos con título nobiliariSirenas_2o, a quien le dieron como concubina a la hija menor de Huayna Capac. Le tocó el sitio en el reparto de solares, luego de la fundación española del Cusco. Serra de Leguizamón, construyó su casa en la entonces denominada Plaza de Santa Clara la vieja, y mandó poner en su portada un insólito dintel que representa a dos seres marinos humanizados, inspirados en unos grabados de las Sirenas del Nilo, publicado en el Monstrorum de Aldobrandi, y así se sumó el imaginario europeo al simbolismo de las serpientes que ya existían en los muros exteriores de su morada”.


Balcn

Pero Serra de Leguizamón tuvo la casa por un periodo breve. Eran épocas muy convulsionadas. Prosigue Samanez: “Cuenta la leyenda, que cuando los almagristas se levantaron, tenían a Carbajal, apodado “el Demonio de los Andes”, como su hombre de confianza, y una señora que en aquel tiempo vivía en esa casona, les reclamó por su rebeldía y sus constantes sublevaciones. ¿La respuesta de Carbajal? Pues mandó que la ahorcaran, para luego colgarla de la columna del balcón, como ejemplo a toda la ciudad. Este hecho fue recogido, años después, por el padre José María Blanco, que era capellán del presidente Orbegoso. Fue una historia muy comentada en Cusco”.


Nichos_trapezoidales

Pero el cambio de dueños, dejó, como era de esperarse, huellas que testimonian su Capilla_San_Antonio_con_seminaristasuso y adecuación. Por ejemplo, “cuando llegó a manos de los Jesuitas, fue convertido en un colegio, donde estudiaban los hijos de los caciques. Esa etapa confundió a los arqueólogos, pues se creyó que se encontraron vestigios incas, pero eran más bien “neoincas”, debido a que los jesuitas tomaban muy en serio la identidad inca y respetaron algunas de sus manifestaciones. Así, se construyeron nichos trapezoidales, en pleno siglo XVII, con muros de adobes”.


Pisos_recosntruidos

 

Luego de unas serie de hipotecas y traspasos, se destinó la casa para las beatas pobres que en ese momento estaban alojadas en una casa del barrio de San Blás:

“La disposición vino del Obispo Pedro de Morsillo Rubio de Auñon, quien la adquirió y ordenó que se hicieran las mejoras necesarias, para que la casa sirviera para un adecuado recogimiento. Se le puso su propia fuente de agua, y en un período del siglo XVII llegaron a vivir en la casona hasta 100 beatas. Hay que tener en cuenta que las beatas no eran monjas y hacían labores manuales, aunque también vida monacal.

 

Había cantoras que ensayaban en el coro todo el día, y otras que se dedicaban a la cocina y a la huerta, que iba hasta el riachuelo de Choquechaca, pues hasta allí se extendía el territorio de la propiedad”.

Ya en el siglo XX, a propuesta del arquitecto Víctor Pimentel, esta casona fue recuperada y alquilada para servir de oficinas para el Plan COPESCO.

 

La Restauración.

 

Para la ejecución del proyecto de puesta en valor y remodelación del Beaterio de las Nazarenas, se requirió de un contrato de concesión por 30 años con las monjas Carmelitas. La inversión en infraestructura supero la suma de 14 millones de dólares, y un porcentaje mayoritario de esta fue dedicado a la construcción de las nuevas instalaciones para cumplir con las normas de calidad hoteleras actuales. El resto fue destinado a la remodelación y restauración de las construcciones antiguas.


Pasadizos

Encuentros_entre_la_modernidad_y_la_historia

 

Al arquitecto Samanez lo invitaron para el proceso de restauración, en medio de una etapa muy controversial generada por la orden de suspensión, dada por la Municipalidad Provincial del Cusco, de las obras de construcción del Hotel Marriott, al encontrarse restos arqueológicos en el antiguo monasterio de San Agustín.

 

 

Este hecho incrementó el celo de las autoridades respectivas. Fue por ello que, en el caso de Las Nazarenas, se optó por mantener una permanente coordinación con el Ministerio de Cultura, y se aceptaron las inspecciones permanentes.

 

 

 

“El proyecto de adecuación fue elaborado por el arquitecto Enrique Piscina_climatizadaPalacio, de Oriente Express, y ya tenía 12 años en ejecución. Fue un proceso largo. Primero fue pensado como una extensión del Monasterio, que sería unido por medio de túneles, pero no fue aceptado por la Municipalidad. Entonces, la empresa desistió y decidió hacer dos hoteles autónomos”.


ala_moderna

 

 

 

Las beatas del siglo XVII nunca lo hubieran imaginado, pero hoy los 5.000 metros cuadrados que ocuparon hace varios siglos ostentan más de 50 habitaciones y suites de lujo, una extraordinaria piscina climatizada y un spa con cinco salas de masaje, gimnasio, sala de relajación, peluquería, restaurante, sala multiusos y sala de reuniones.

 


calzadas

 

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A diferencia del hoy denominado “Hotel Monasterio”, la casona de las Nazarenas siempre fue muy modesta y por lo tanto se la quiso enriquecer con diversos elementos. Por ejemplo, querían hacer columnas con pies derechos de madera con esa decoración , pero los inspectores no lo permitieron, y Samanez tampoco.

 

Evidencias_de_la_restauracin

 

 

 

“Mi responsabilidad fue mantener la fisonomía del claustro, para lo cual se tuvo que reforzar calzaduras, rehacer techos e impermeabilizarlos. Los pisos se han montado y desmontado para darles más rigidez a los entablados, y en muchos casos se los han cambiado, así como se han reforzado las columnas con pivotes metálicos”.

 

Capilla_Siglo_XIX

 

 

Muy importante fue la apuesta por la reutilización de materiales. “Uno de los materiales con muchas vidas, es la madera de pino de Oregón, proveniente de barcos lastrados cuyas tablas se cepillaba y se usaban en pisos. También se puso gran énfasis en la rigurosidad de los colores, se retomó el color azul añil, pues en la época se utilizaba el añil que se cultivaba en Panamá, y el polvo se traía en bolsas de cuero, para luego mezclarlo con aceite y hacer las pinturas”.

 

Hoy “El Palacio de las Nazarenas”, que es el nombre con el que ha sido rebautizada esta casona colonial, muestra un ensamble admirable entre su parte antigua y la nueva construcción. Sin duda el arquitecto Palacio logró que ambas etapas sostuvieran un diálogo armonioso. Para Samanez Argumedo, “este edificio es la sumatoria de todos sus habitantes a lo largo de su historia y así debía ser conservado”

 



 

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