Las sombras de Machu Picchu

Por: Vera Tyuleneva

Hay temas eternos que no cansan y no aburren: el sentido de la vida, la trascendencia del arte, los malos hábitos de los políticos, el clima, el fútbol...

Machu Picchu es uno de ellos. Incorruptible, pétreo, misterioso, ubicado en uno de los más bellos parajes del mundo, entre las selvas y las orquídeas. La arquetípica ciudad perdida, sueño de los aventureros, paraíso de los arqueólogos, recurso inagotable de la economía nacional…

A pesar del creciente turismo, la mayor parte de la humanidad enterada de la existencia de este ilustre monumento, lo conoce tan solo por imágenes. A partir de las primeras tomas hechas en 1911, sus bellezas han sido materia de un impresionante corpus fotográfico, que varía desde las obras creadas por los renombrados maestros del arte de las sombras, hasta los más ingenuos recuerdos producidos por los millones de visitantes comunes y silvestres.

La exposición “Visiones de Machu Picchu: Cien Años de Fotografía en Blanco y Negro”, que se presentó hace poco en las dos principales salas de exposiciones del Palacio Municipal del Cusco, nos ha mostrado una refinada selección de miradas fotográficas. La cronología de la selección fue de lo más amplia: empezando por el registro temprano de Bingham  y terminando en nuestros días.

Igualmente abierto ha sido el espectro de los enfoques. Al lado de las imágenes puramente históricas y documentales estaban las obras de los clásicos cusqueños como Martín Chambi y Eulogio Nishiyama, y las extravagancias venidas del mundo del arte contemporáneo de Billy Hare. Lejos de crear una narrativa uniforme, la exposición amalgamó una secuencia de perspectivas disímiles, subjetivas y personales, que bien organizadas y dispuestas en un determinado orden, reflejaron la historia de la construcción del mito visual alrededor del célebre sitio arqueológico, con sus múltiples facetas y ángulos. Ya no es un solo Machu Picchu, eterno e inamovible. Es una multitud de Machu Picchus, cada uno producto de su propio autor, situación y momento.

Los fotógrafos cuyos trabajos fueron incluidos en esta colección, vivos y difuntos, oriundos de ambas Américas y de Europa, han sido veinte: Abraham Guillén, Billy Hare, Crisanto Cabrera, Edward Ranney, Eulogio Nishiyama, Fernando La Rosa, Johnson & Shippee, Hiram Bingham, Horacio Ochoa, Javier Silva, John Cohen, José Gabriel González, Juan Manuel Castro Prieto, Linda Connor, Manuel Figueroa Aznar, Marilyn Bridges, Mario Algaze, Martín Chambi, Pierre Verger, Teo Allaín Chambi, Werner Bischoff.

Si bien todas las imágenes de la selección tienen indudables méritos estéticos, en muchos casos este aspecto no fue una prioridad para sus creadores, concentrados en fines más prácticos. Sin embargo, puesta en el contexto de este proyecto, sujeta a la delicada coherencia del todo, cada fotografía ha sacado a relucir sus máximas cualidades artísticas.

Otra forma de ordenar y clasificar el contenido de la muestra sería colocar las fotos en el orden de su impacto y repercusión histórica. Algunas de ellas son famosas, han sido reproducidas infinitas veces y se ven hoy en día como referentes clásicos (como las de Chambi). Otras son casi desconocidas y sorprenden por su novedad y tratamiento poco ortodoxo de un tema tan transitado.

En el principio era el verbo. El proyecto de esta exposición comparativa, así como la publicación en 2011 del libro bajo el mismo título (ambas ideas del renombrado fotógrafo Javier Silva), tuvieron su origen en una conferencia titulada “Los fotógrafos de Machu Picchu”, que el cineasta y escritor  José Carlos Huayhuaca dictó en el Centro Cultural de la Cancillería de la República en 2007. Para el libro, Huayhuaca escribió 24 ensayos de diversa extensión, con datos biográficos de los fotógrafos y comentarios analíticos sobre sus obras. Los textos que acompañaron la muestra, son versiones resumidas (a cargo de Guillermo Niño de Guzmán) de los textos originales de Huayhuaca. El editor del libro y el curador de la muestra fue Javier Silva, quien, tres años después de realizar la exposición en Lima, tuvo la iniciativa de traerla al Cusco, e invitó a José Carlos Huayhuaca  a presentarla a la audiencia local.

El concepto del proyecto deja las puertas abiertas hacia el futuro. Con el paso del tiempo podemos seguir observando cómo el venerable monumento se va transformando, siendo procesado por ojos, mentes y cámaras fotográficas.

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