Fernando.tores.2Fernando Torres

A propósito de la muestra Visiones de Machu Picchu, conversamos con Fernando Torres, cajamarquino de nacimiento, y uno de los gestores culturales más importantes de Lima.

En esta entrevista, él comparte su experiencia al frente del Centro Cultural del Instituto Cultural Peruano Norteamericano, y su perspectiva del campo de la gestión cultural actual.

Entrevista de Patricia Marín

¿Cómo surgió la idea de realizar la Muestra Visiones de Machu Picchu?

El instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA), tiene una política de puertas abiertas a toda actividad que sea sustantiva  y que esté en la línea de nuestra propuesta cultural. Cuando Javier Silva, me propuso hacer esta muestra fotográfica. Desde el principio fuimos consientes de la importancia de este proyecto, porque se trataba del centenario del descubrimiento para el mundo de Machu Picchu  y aceptamos gustosamente. Además, nos alegró  saber que en él colaboraba José Carlos Huayhuaca, gran intelectual, muy creativo, y un hombre de una seriedad admirable.  Con todas estas condiciones sabíamos que íbamos a tener un proyecto de mucho éxito y comenzamos a trabajar inmediatamente. Como era de suponer hubo muchos problemas de carácter técnico, pero afortunadamente el  ICPNA cuenta con un presupuesto, que esta vez necesitamos reforzar y recurrimos a otras embajadas, y directamente hice algunos contactos y  así logramos esta  muestra con la calidad que le correspondía.

¿Que hace posible que una muestra de esta naturaleza se plasme? ¿Qué función cumple una persona como tú para que este tipo de muestra pueda darse?

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Son diferentes elementos, y esta muestra tiene todas esas condiciones. Por ejemplo hafotos.icpna tenido un promedio de 400 visitas diarias, eso la coloca entre las  más visitadas que hemos tenido durante estos 12  últimos años. Por tanto  estamos hablando, evidentemente, de una muestra que ha llevado mucha certeza al público peruano, pues todos queríamos saber un poco más del origen de Machu Picchu. Por otro lado, tratándose de una muestra fotográfica, debo decir que cada fotografía era un discurso en sí misma, cada una de ellas tiene múltiples lecturas, y le permite al visitante  transitar desde aspectos históricos y sociales.  Estaban las fotografías tomadas por Hiram Bingham, o por aquellas fotografías tomadas con el sesgo artístico de Martín Chambi, o las fotografías que siendo artísticas, tienen una incidencia mayor en la mirada arqueológica como las de Edward Ranney, o las visiones muy personales de Javier Silva o de Fernando La Rosa. Además te encuentras con una serie de discursos sumamente interesantes desde la visión de los cusqueños, hasta la visión de los extranjeros, o te muestran a personajes tan interesantes, como Arguedas por ejemplo.

Eso con respecto al contenido, y ¿la puesta en escena?

fotosicpnaExactamente. Pues yo creo que todo lo que se presenta en una galería es como lo que se presenta en un escenario. Uno tiene que  hacerlo con mucho respeto, no se puede presentar de cualquier manera. Uno a veces dice: “no importa, así nomás”.  “El no importa” no debe existir, en términos de gestión cultural; además uno tiene que respetar la propuesta del artista, pero también orientarla. Yo veo, especialmente en los gestores culturales jóvenes, una actitud demasiado contemplativa, frente a lo que te propone el artista o el curador. Yo creo que debe haber un diálogo entre el gestor y el artista, porque finalmente en el caso de un galerista,  es él  el que conoce espacios, su potencialidad, conoce a su público, y también cuáles son sus defectos y cuáles son sus virtudes, y por eso puede recomendar que allí no se debe poner tal cosa porque hay demasiada luz, por ejemplo, o que esa pared es demasiado alta y hay que poner algo más monumental. Todo ese tipo de cosas las tiene  que hacer  el gestor. Finalmente el gestor es básicamente un administrador, pero debe tener una gran información cultural. Si no se tiene una buena información, alguien va a venir a proponerte algo, y no basta saber de qué se trata, salvo en el nivel superficial.

 

¿Cómo deciden o eligen los proyectos?

El caso nuestro es particularmente más complejo, porque  trabajamos con artes escénicas y artes visuales. El IPCNA, quizás sea la institución que mantiene los concursos más antiguos del país; realizamos los concursos de acuarela y grabados quegalera.1 ya tienen más de cuatro décadas: el Salón Nacional de Pintura y el Salón Nacional de Dibujo; pero también tenemos el Salón Nacional de Escultura y el recientemente creado Salón  Nacional de  Fotografía que son parte  de la identidad de la institución. Pero, además están  todas las propuestas que recibimos de artistas contemporáneos, y eso sólo en lo que se refiere a las artes visuales. En lo que se refiere a las artes escénicas, tenemos la danza y la danza contemporánea; y si hablamos de música, tenemos el Festival de Música de Cámara, el Festival de Jazz, y el Festival de Guitarra Clásica.  Todos estos eventos nos obligan a estar informados y a trabajar con gente que conozca profundamente cada tema para que sean nuestros orientadores, porque nosotros trabajamos con equipos.

¿Cómo se compatibiliza la política cultural del ICPNA con la gran riqueza cultural  que tenemos en el Perú?

 

Es muy sencillo, porque esta institución fue creada como un puente cultural entre el Perú y Estados Unidos de Norte América. Al principio todas nuestras actividades eran del Perú o de Estados Unidos, como correspondía a una institución binacional. Pero poco a poco y con el pasar de los años se fue independizando. Al principio el cargo que ejerzo, lo tenía un americano que venía  traído por la Embajada, pero luego  esta función fue asumida por peruanos. Hubo predecesores míos que tenían su propia línea. Cuando yo tomé el puesto, el cargo  había estado sin director por mucho tiempo, y entré sin saber muy bien lo que iba a hacer, pero mi motivación  fue el profundo respeto que tenía por las artes. En ese entonces, tenía, además, un fuerte interés por el teatro y las artes visuales, y cuando entré aquí  me dije a mí mismo que teníamos que ser los pilares en esos campos. Había que priorizar dentro de las actividades artísticas. Resulta que somos un Centro Cultural y el campo de trabajo es enorme, pero se tiene que cubrir lo más  que se pueda, y ese fue nuestro programa inicial. Hicimos muchas conferencias alrededor del teatro, sobre dramaturgia por ejemplo, hemos realizado muchos talleres invitando a especialistas norteamericanos para realizar talleres sobre iluminación, diseño escenográfico, diseño de vestuarios.  En ese momento sentíamos que eso nos faltaba, estoy hablando de hace unos quince años atrás.

¿En esos quince años, como has  visto  la evolución del Centro Cultural del ICPNA?

En primer lugar, hace 25 años no teníamos las galerías que tenemos ahora. Eran más bien espacios improvisados. Nos comenzamos a modernizar hace unos doce años atrásfotosicpna.2, y se creó la galería Germán Kruger, que es la galería más grande, y el IPCNA decidió darle el nombre en gratitud a  Kruger, quien fue muy generoso en una época en  la que institución así lo necesitaba. Y ahora es una galería que está considerada como una de las más importantes del país. En esa época también se renovó las galerías del centro de Lima, se hicieron otras en San Miguel y en la Molina. Ahora somos una institución con seis galerías y dos auditorios, capaz de sostener una programación diaria.

¿Y qué dice el termómetro del público...?

 

Nosotros contabilizamos al público. Las actividades que realizamos las tenemos registradas y sabemos exactamente cuánta gente  viene a ellas. Es más, en la sala para actividades internacionales se cobra una entrada (simbólica, obviamente,  porque es financiado por el Instituto y otras instituciones, lo cual nos permite asumir un costo grande). Por eso nos damos cuenta que en el festival  Danza Nueva, que es el  festival de danza contemporánea, en los 23 años que tiene, el público se ha ido incrementando cada año, al extremo que en  2011 tuvimos que añadir una fila de sillas pues hubo una gran demanda de asistencia. Yo no puedo dejar de contar una anécdota: en una oportunidad, llegó una compañía de Estados Unidos, específicamente de California, que vino con diez bailarines y en total eran catorce personas que componían la compañía, y en ésa oportunidad se vendieron solamente ocho entradas. Teníamos más bailarines que espectadores, y eso para mí fue una gran frustración y motivo de cuestionamientos, pues me preguntaba si estaba haciendo lo correcto. Y aprendimos la lección,  pues ahora, tenemos funciones vendidas con una semana de anticipación  para nuestra danza contemporánea.

¿Eso significa que toda galería y toda la propuesta cultural tiene un tiempo de maduración?

Sí. Maduración y continuidad, yo creo que una de las características más importantes del IPCNA, ha sido la continuidad de sus proyectos. Cuando concebí un proyecto no lo hice para un año sino para un mínimo de cinco años, pues antes no puedes hacer una evaluación; es a partir del tercer o cuarto año cuando  puedes, realmente, decir si  tuvo  o no tuvo un resultado concreto. Sólo en el cuarto año puedes realmente suspender un proyecto para beneficiar a la misma disciplina, pero quizás desde otro aspecto o otro ángulo. Cada año hacemos evaluaciones, este año haremos la evaluación del festival de danza. Es muy importante hacer una evaluación antes de cancelar un proyecto, solo así se puede saber por qué no funcionó, y   cómo encaminarlo mejor y sin perjudicar a la disciplina concerniente. Por ejemplo, en el caso  de la música clásica, una vez hicimos un festival de Lieder, y creo que en esa oportunidad los organizadores pecamos de soberbia, pues supusimos que todo el mundo sabía lo que era un Lieder. De pronto me dí cuenta del problema cuando me llamó un amigo, un artista, una persona que se supone culta, y me pregunta: Fernando ¿de qué se trata este festival de líderes que están organizando ustedes? Allí me di cuenta que el festival iba a ser un fracaso. No tuvimos más de 40 personas diarias,   no obstante que el programa era extraordinario,  que estuvo preparado por Miguel Hart Bedoya, que teníamos gente de primera línea. Pero el público que no sabía de qué se trataba.

Pero era una muy buena idea, ideal para educar al público, e informarlo de algo que no conoce ¿Ese tipo de proyectos están condenados al fracaso o a no hacerse?

Yo creo que nosotros lo hicimos mal. Hay que hacerlo, pero de otra forma, porque al poco tiempo nosotros hicimos el Festival de la canción lírica y eso sí tuvo mucho más acogida. El público sabía de qué se trataba, pero cuando hablaban del Lieder, la gente no sabía  de qué se estaba hablando. A mí lo que me fascina de este trabajo es la permanente posibilidad de aprendizaje que te brinda. Cada proyecto es un desafío y a la vez una lección. Una lección de lo que debes, y no debes hacer.

¿Lo gratuito es bueno o malo? ¿Cuándo un evento cultural debe ser gratuito y cuando no?

GALERA.2Como en todo tiene que ser dosificado. El artista es un profesional y deberíamos tratar a los profesionales como tales; la gente que tiene plata para comprar una entrada para un partido de fútbol e ir a un estadio, también debería tener plata para asistir a un evento cultural ¿por qué el arte tiene que ser gratuito? Un artista tiene que ir a la universidad, y tiene que dedicarse toda su vida para ofrecer algo. Una sociedad culta necesita respetar a sus artistas, y seremos una sociedad culta cuando comencemos a respetar a nuestros artistas. Felizmente ya estoy viendo que eso está sucediendo en Lima. Antes tú ibas a un espectáculo medianamente caro y estaba casi vacío, y casi siempre eran las mismas personas. Ahora tú vas al teatro municipal y ves que hay una alta inversión en lo que se está mostrando, y te encuentras con el teatro lleno a las cuatro de la tarde, y en el centro de Lima. Te estoy  hablando de palcos llenos. Cada palco costará  unos 500 soles como mínimo, pero la gente sale contenta. Y te hablo también del festival de danza de IPCNA, es verdad que el costo es alrededor de diez dólares, pero igual esta lleno de gente, y gente de todos los sectores sociales. La gente ha comenzado a darse cuenta que eso tiene un precio y que si se paga va a haber cada vez mejores producciones.

¿Tú crees que eso se debe al trabajo de los gestores o a que el país está viviendo una mejor situación  económica?

Yo creo que es una mezcla de los dos factores. Lo primero es la economía. Definitivamente en los últimos diez años hay un cambio radical, y eso se refleja en todos los aspectos. Recuerdo que hace solo algunos años atrás, cuando iba a los centros comerciales como el Jockey Plaza por ejemplo, veías a gran cantidad de personas que estaba caminando, se paseaban y punto. Ahora tú vas y te encuentras con cantidades de gente  cargadas de paquetes, comiendo helados, o sentada en los diversos restaurantes de comida rápida, que están repletos de gentes. Y no solo de clase media o alta, por el contrario, de todos los sectores sociales. Los que compran son realmente gente que no tiene capacidad de viajar al extranjero y consume aquí en el Perú, donde incluso está todo  mucho más caro que afuera, pero la gente está consumiendo. Yo creo, y ojalá que esto dure, que la clase media peruana se está expandiendo mucho más, y es un público que está consumiendo también cultura, es el público que va a las galerías de arte, a los teatros, a la danza, que descubre la fotografía. Eso es muy positivo, porque ahora al artista se lo puede ver como a un profesional que va a vivir de su trabajo, y espero que ya nos olvidemos realmente, de aquellas preguntas que tan lamentables:

-Oiga, ¿usted qué hace?

-Soy músico.

-Sí, pero ¿en qué trabaja?

¿Cuál es la política de la Galería con respecto a los artistas o las personas que exponen?

 

Nosotros recibimos todo tipo de proyectos y tenemos un comité que  examina cada proyecto. La aprobación o desaprobación, por tanto, no es tarea de una persona. Creo que un Centro Cultural tiene que ser sumamente diverso en sus criterios y además permitir mostrar cosas nuevas. Pero también cuenta la razón económica. Siendo las muestras en el IPCNA tan caras, pues toda la instalación tiene un precio, y ese precio es enorme, conviene que el presupuesto que invierte la institución sea respaldado por un comité solvente. Además una muestra siempre es un riesgo, algunas  te aseguran el éxito, pero aún así muchas veces me he  sorprendido. Recuerdo una muestra que hicimos de arte popular a la que invité a unos amigos norteamericanos a una visita guiada, porque el expositor era Ramón Mújica, quien además era el curador de la muestra, y les dije que nos veíamos en la sala. Cuando llegué, había más de 350 personas, y yo vi a mis amigos al otro extremo  y no podía acercarme  por la cantidad de gente que había, y eso nos hace sentir muy bien, pero por ejemplo, eso no lo esperábamos.

Volviendo a la muestra sobre Machu Picchu, se trataba de una combinación perfecta para  el ICPNA: Hiram Bingham, un norteamericano, y Machu Picchu un icono cultural del Perú, ¿con qué equipo cuentas para una muestra de esta naturaleza?

El IPCNA tiene todo un equipo que se ha ido formando a lo largo de los años. Tenemos un responsable de prensa que es muy bueno y se hace cargo de todo lo que es difusión en los medios; un equipo de historiadores de arte, que son tres o cuatro personas, y  son además especialistas en museografía; un equipo  de montaje, y diseñadores gráficos. Por mi parte, yo intervengo con una intuición que funciona increíblemente, y no tengo problemas en aplicarla y conversarla con los curadores. Así se hace todo muy rápido y disfrutando cada momento del proceso.

¿Qué relación hay entre Lima, y las sedes de  provincias?

 

Fernando.Torres.1Es una relación muy cordial. Cada IPCNA, cada centro binacional como les llama la embajada, tiene  su propio directorio y somos totalmente independientes. Los únicos que dependen unos de otros son las cinco sedes de Lima, Miraflores, el centro de Lima, La Molina, San Miguel y Lima norte, esas cinco entidades son parte de una sola.

Por ejemplo ¿una muestra como la de Machu Picchu podría convertirse en itinerante en todas vuestras sedes en el país?

Sí, pero como te digo, eso ya depende de las decisiones de cada uno de ellos, y de las facilidades o posibilidades que ellos tengan, pues muchas no tienen galerías, salvo Trujillo y Arequipa. El Cusco, por ejemplo, tiene un espacio que lamentablemente tiene muchas ventanas y no se presta adecuadamente. Por otra parte, yo no creo en los espacios de uso múltiple, creados para todo y que terminan sirviendo para nada. Es mucho mejor hacer, digamos, un buen teatro y utilizarlo para diversas cosas.

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