jose-tamayo3Luego de la presentación de su último libro "Las élites cusqueñas del siglo XX", el Dr. José Tamayo Herrera estuvo lleno de actividades y compromisos. Por esa razón, Valicha tuvo que hacerle una entrevista online, no obstante que nos hubiera complacido la oportunidad de gozar de su simpatía y cordialidad en una conversación personal. He aquí el fruto de este intercambio virtual.

 

- ¿Por qué es importante estudiar “las élites cusqueñas”?

Ninguna sociedad es una tabla rasa horizontal; en todas, comunidades indígenas o imperios universales, hay jerarquías; eso es inevitable. Cómo decía Toynbee, siempre existe una minoría creadora y un proletariado interno y externo, de modo que el estudio de la minoría creadora es tan importante como el estudio de las masas. Toda sociedad, aunque sea la sociedad comunista soviética, tuvo su “nomenklatura”, de modo que el Cusco, una sociedad de cuatro mil años que pasa por diversas culturas y sufre diversas conquistas, siempre ha tenido más o menos nítida la presencia de una élite.

 

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Dr. Tamayo Herrera

El estudio de la élite cusqueña es importante, porque la Universidad del Cusco ha producido centenares de tesis de antropólogos, abogados e historiadores sobre la comunidad campesina indígena; algunos libros testimoniales sobre la izquierda marxista revolucionaria, como los de Julio G. Gutierrez, Ferdinand Cuadros y Sergio Caller; libros sobre las generaciones universitarias de 1909 y 1927. Todos ellos sobre élites contestatarias, que dicen haber luchado contra la oligarquía cusqueña; ¿pero dónde estaba esa oligarquía?, ¿quiénes la componían?, y en un nivel más profundo, ¿si ésta era equiparable a la oligarquía limeña de la costa? Por eso creo que es importante, por este vacío de conocimientos, por este hueco de la historia, el conocer a fondo a las élites cusqueñas, que fueron primordialmente agrarias.

 

- ¿Qué tipo de élites tuvo el Cusco en el siglo XX?

Tuvo élites económicas, como una clase latifundista gamonalesca, una burguesía agraria que dirigía el trabajo de la tierra y una pequeña burguesía agraria que también cultivaba el campo para conseguir recursos para la despensa familiar. Por encima de todo, lo que unificaba a este conjunto variado de terratenientes enormes y pequeños era el sistema de trabajo: la “condición”, o el “entable”, es decir, el pago del uso de la tierra en trabajo por parte del campesino feudatario al hacendado, grande o pequeño. Porque el problema fundamental para el trabajo del campo era la falta de brazos para el trabajo agrícola, debido a la despoblación y a las epidemias de paludismo en La Convención y tifus en la sierra cusqueña.

 

Otro tipo de élites fueron las élites administrativas, educacionales, intelectuales, profesionales de la burguesía urbana, que tenían menor relación con el campo o casi nula con él, pero que se dedicaban a vivir de los puestos públicos, la burocracia, el magisterio, la magistratura jurídica, el servicio de oficiales en el ejército o la gendarmería, etc. Era lo que se llamaría una burguesía urbana. Con el tiempo también apareció una burguesía industrial cuando se crearon centrales hidroeléctricas y fábricas de tejidos desde 1861 hasta 1931, por obra de capitalistas cusqueños, tanto nativos como foráneos cusqueñizados. También apareció, con estos cambios económicos, el proletariado moderno, que pronto constituyó la masa del PC.

 

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- ¿Cuáles eran las bases económicas de las élites cusqueñas?

Como ya dije, provenían de la explotación del agro, de la ganadería, principalmente de la industrialización del alcohol y del comercio de la coca, que era el producto más importante del Cusco del siglo XIX. El comercio exterior era fundamentalmente un comercio de coca, tejidos, primero de los obrajes y después de las fábricas textiles modernas, y luego la producción de té y café en La Convención y Lares, y de maíz gigante de Urubamba en el Valle Sagrado de los Incas.

 

- ¿Cómo ejercía esta élite su poder y qué relación tenía con la élite limeña oligárquica?

Estas élites agrarias cusqueñas dominaban políticamente el Cusco, no sólo a través de elecciones amañadas con el voto público, sino que trataban de controlar a los prefectos, generalmente limeños, que traían la representación presidencial al Cusco y ejercían un control sobre la masa campesina y la clase media, pero no en absoluto, pues habían elementos contestatarios en el pueblo cusqueño que rebatían y combatían a las élites.

Estas tampoco eran instrumentos de la oligarquía agraria de Lima. En dos oportunidades a lo largo de 40 años, los agricultores del Cusco se levantaron contra las opiniones y “dictats” de los oligarcas limeños. Primero, cuando en 1931, los fundadores del Partido Nacional Agrario, originado en el Cusco, supieron que el oligarca Pedro Beltrán Espantoso había fundado el Partido Agrario en Lima, rechazaron el nombre, denunciaron a Beltrán y cambiaron su denominación por la de Partido Descentralista. En 1963, los directivos de la Sociedad Agropecuaria Departamental del Cusco apoyaron el proyecto de ley de Reforma Agraria de la Alianza AP-DC, contra la opinión desfavorable de la Sociedad Nacional Agraria, que lo combatía, pese a ser un proyecto justo y democrático. La oligarquía tradicional no quería ceder en nada y quería mantener el statu quo mientras algunos agricultores del Cusco aceptaban el cambio.

 

- ¿Hay élites en el Cusco de hoy?, ¿qué se puede esperar de ellas?

En el Cusco actual, la élite agropecuaria tradicional se ha debilitado y casi desaparecido hasta perder prácticamente todo de su anterior vigencia. En cambio, ha aparecido una nueva élite, que es la élite del turismo, la cual está conformada por los gerentes corporativos y funcionarios de las empresas turísticas importantes que operan en el Cusco o que tienen intereses económicos relacionados con el turismo cusqueño y ellos actúan como lobbies, como grupo de presión, que tratan de ganar para sus intereses a las autoridades cusqueñas y a los medios de comunicación más importantes, en el estilo elegante pero manipulador de la plutocracia limeña. Se trata en realidad de instituciones sin alma como decía Rabindranat Tagore, que no tienen todavía, por eso el calibre espiritual para entender que su negocio y su protección requiere de una conciencia de poder y trabajo compartido con los intelectuales y artistas locales; de modo que esta élite nueva puede encontrar con el tiempo a sus intelectuales orgánicos, que racionalicen y justifiquen su situación y su posición ante la historia del mañana. Hasta ahora sólo tienen ayayeros que sólo alaban lo superficial, como la gastronomía o lo típico-contemporáneo.

 

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Familia Tamayo

- ¿Qué significa metodológicamente su libro frente a la historiografía tradicional que se acostumbra en el Perú?

Esto es lo más importante y por eso lo dejamos para el último. Yo procedo de una escuela de historia como la de la Universidad de Lima, de la cual fui Director entre 1992 y 1994 y en la que se estudiaba y practicaba a conciencia la historia de la revista francesa especializada: “Annales” y de la bibliografía de esta corriente francesa tan importante como la de Marc Bloch, Lucien Fevbre, Fernand Braudel, etc, que dieron lugar a una tercera posición histórica, entre la historia erudita tradicional llamada también por algunos positivista, con su pensamiento teórico congelado en las ideas de Langlois-Seignobos de inicios del siglo XX y la historia marxista que todo lo hacía política, ideología y dogma y que terminaron de malograr Stalin y Mao y sus seguidores en nuestro continente como Martha Harnecker, etc. En cambio, el pensamiento teórico de “Annales”, fluía limpio, claro y sobretodo novedoso. De él tomé, en 1975, el nuevo paradigma de la historia regional, la metodología de la historia oral y el nuevo paradigma de la historia inmediata, que no necesita hacer enfriar los hechos y los procesos centenares de años, para investigarlos, de modo que con esos nuevos instrumentos teóricos diferentes a los tradicionales, construí mi libro.

Igualmente, en cuanto a la forma del libro, a su técnica de transmitir el conocimiento histórico alcanzado en la investigación, este libro es muy original, pues tomé de mi maestro don Jorge Basadre, a quien admiro y de mi amigo Pablo Macera, a quien respeto, la técnica de la conversación para transmitir el conocimiento oral que Eduardo Zegarra y yo alcanzábamos y que igualmente utilizó mi extinto amigo y entrevistador don Luis Alberto Sánchez, y que fue la técnica de dos libros de conversaciones muy importantes de hace 30 años.

 

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Los Herrera Rozas

- ¿Cómo realizó la investigación para la elaboración del libro y por qué optó por el diálogo con el doctor Eduardo Zegarra Balcázar?

Esta pregunta me la han hecho muchas personas sobre todo en su segundo aspecto, de modo que voy a ser lo más transparente posible y decir cómo fueron en verdad los hechos.

El 9 de abril del 2007, los miembros del Comité Asesor de la Dirección Regional del INC del Cusco, juramos nuestros cargos, (naturalmente ad honorem) y luego de este acto el Director Regional, nos invitó un almuerzo en el restaurant El Truco, en la plaza del Regocijo en el Cusco, en el cual luego de algunas libaciones, empezamos a conversar de nuestros recuerdos: Víctor Angles, Eduardo Zegarra y yo; hablamos bastante del Cusco del 50 y del 60 y recordamos tantos sucesos de la vida bohemia, política, universitaria y social de ese Cusco glorioso que ya se fue, por más de dos horas, que entonces los 8 ó 9 funcionarios del INC que nos escuchaban nos dijeron: “Y esto que están hablando porque no lo escriben, porque la vida no es comprada y en cualquier momento estos conocimientos verbales, orales, se pueden perder, con perjuicio para la historia del Cusco. Escríbanlo”.

 

Todo quedó así, hasta que yo, que había ido al Cusco para tomar fotografías para un libro sobre el Valle Sagrado que estoy preparando, me dije a mí mismo: “Aquí hay un tema de interés más general que el mío” e inmediatamente pensé darle una forma de conversación, puesto que la conversación del día anterior había mostrado el éxito de este tipo de comunicación basado en la pura oralidad.

Ahora: ¿Con quién conversar? Eduardo Zegarra, había mostrado una riqueza de información en sus intervenciones orales en el almuerzo, sobre los últimos 30 años del Cusco, tiempo en el cual yo había estado exiliado en Lima la horrible, por mis enemigos del Cusco y en que yo no había podido ser testigo de la vida de la Ciudad Imperial en estas últimas tres décadas. ¡Qué mejor compañero podía pedir para la conversación, que un hombre informado que tenia la experiencia de los últimos 30 años que yo no había vivido en el Cusco! Con el cual, además, yo tenía una cosmovisión común, que nos hacía compartir ideales y una misma ideología de la vida. Esa es la razón de haber elegido a Eduardo Zegarra Balcázar, su memoria, su experiencia de las últimas tres décadas y su habilidad de orador para componer un texto oral. Nada más, pero tampoco nada menos.

 

En cuanto al tipo de comunicación histórica, vemos que ahora, que todavía existen las revistas eruditas, que por su estilo añejo se caen de las manos apenas después de haber leído cuatro páginas, yo pienso que la historia es una ciencia, pero también es un arte, en su manera de comunicarse, pues ambas participan del vocablo griego “techné” que en latín se traduce por “ars”, con un común significado de habilidad, tanto para la ciencia como para el arte y en que cada historia debe buscar el medio de comunicación más adecuado para lograr la capacidad expresiva, y la habilidad para contar, que permita divulgar sus resultados. De ahí, el haberle dado a este libro tan largo, una forma de conversación amena, que atrae al lector y que Basadre, Macera y Luis Alberto Sánchez, consagraron hace más de treinta años.

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