El pentagrama cusqueño:
Don José Manuel Olivera y Vidal
Por: María Luz Crevoisier
Fotografías proporcionadas por la autora de la nota.
Antecedentes
Desde la época pre hispánica, la música jugó un importante rol en las culturas desarrolladas a lo largo del territorio que más tarde se denominaría peruano. De ese excelente pasado, nos han llegado muchos de los instrumentos con que ejecutaban sus melodías, como quenas confeccionadas en barro cocido, madera, hueso, plumas de cóndor, igualmente tinyas , zampoñas, pututus ,etc. La quena, que según la escritora Clorinda Matto de Turner, es el mejor medio para expresar las tristezas; dio lugar a una macabra leyenda bautizada como del Manchay Puito que tiene diversas versiones. El cura y folklorólogo Jorge Lira, recogió en el pueblo de Maranganí (año de 1942), la que él juzga la verdadera, pero el protagonista no es un varón si no una mujer. Sobre esta base, el escritor y etnólogo José María Arguedas, recrearía la historia en su Isicha Puito, siendo Isicha, la figura central que interpreta su tristeza a través de una quena confeccionada con la tibia del amado.
Los Grandes de la Música
En cuestiones de Arte, no valen las clasificaciones, porque la creación no puede ser etiquetada como los objetos. Tal vez solamente valgan las divisiones por generación, es decir, tomando en cuenta ciertas características, similitudes de estilo, motivaciones, referencias, etc. Siguiendo esta premisa, tenemos en música a los denominados Grandes de la Escuela Cusqueña. Ellos son, Juan de Dios Aguirre, Roberto Ojeda, Baltasar Zegarra Pezo , Francisco Gonzáles Gamarra, Leandro Alviña Miranda, podría denominarse como un predecesor de los grandes compositores e intérpretes del Cusco. Nombres igualmente valiosos son: Armando Aragón Ochoa, Eleodoro Justiniani Flórez, eximio acordeonista; el violinista Edgar Valdivieso Chacón. Policarpo Caballero Farfán ( 1896? 1901?-1973), recopiló más de seis mil melodías andinas y fue además de violinista, maestro de música para niños. Otro gran maestro fue José Domingo Rado (1895,1973), Abel Rozas Aragón, director de orquesta y violinista ; Ricardo Castro Pinto ,músico autodidacta y ejecutor de la música incidental de la película KUKULI, director del Coro Polifónico y recopilador de hermosos villancicos como Haku Waykellay (ven hermano) ;Siwar Situy, igualmente su hijo Samuel Castro Irrarazábal ,quién continúa con esa trayectoria. Destaca entre los nuevos valores, el joven director Teo Tupayachi.
El “Tío Olivera”
Una figura importante y de gran influencia, sería la de Don José Manuel Olivera y Vidal (1901-1996). Este personaje singular, políglota por excelencia y amante del Cusco y sus valores culturales, trabajó incansablemente siendo director de Entur Perú, para que se conociesen en el exterior, las costumbres, artes, folklore, de su tierra natal. Como industrial, fue dueño de la reconocida fábrica de jabones y perfumes “San Juan Bosco ”,y entre sus múltiples labores están el haber sido director administrativo del colegio de Educandas; editor de la revista OIGA, desde donde impulsó la difusión de los valores culturales del Cusco; director del Orfeón Cusco y Orquestal Cusco; uno de los fundadores de la Escuela de Música “Leandro Alviña” (1950) en donde se desempeñó como profesor de coro y canto; socio fundador de :Centro Qosqo de Arte Nativo ;Instituto Americano de Arte , miembro junto a su esposa Doña Rosa Begazo de Olivera del Patronato Privado de Menores y de Pro Cultura Clorinda Matto de Turner; además , fue miembro de la Beneficencia Pública. Interesado por el teatro, llevó a escena en repetidas ocasiones al drama Ollantay. C
omo buen quechuólogo, ganó premios nacionales en repetidas oportunidades con sus poemas; co
mo compositor, lo conocemos también por su “Capricho Incaico”. Después que se produjo el terremoto de 1950; el “tío Olivera”, junto a distinguidos artistas e intelectuales, defendió la preserv
ación de la monumentalidad histórica del Cusco para que se conservara la originalidad de varios de los edificios derrumbados, pedido que no fue muy bien escuchado por aquellos que esgrimían denominarse “progresistas”, perdiéndose así joyas como el balcón de Herodes o cambiando la fisonomía de otros, así del colegio Nacional de Ciencias, el teatro Municipal, etc.
En 1985,el municipio del Cusco teniendo a Daniel Estrada como alcalde, supo reconocer sus méritos otorgándole la Medal
la de oro de la Ciudad. Felizmente esta vez, el Cusco no se portó como “la madre de hijos ajenos” denuncia que hizo el Inca Garcilaso de la Vega en el siglo XVI y que ocurrió a través de nuestra historia con tantos literatos, artistas, científicos, periodistas, de la ciudad imperial etc.