areli-araoz2- ¿Cómo fue la relación prensa y política cuando ejercías como regidora?

Era una relación muy difícil, porque el militar en una opción política te quita toda la objetividad que la prensa necesita. Había temas en los que era necesario tratar a profundidad y con mucha claridad el aspecto político, pero el ser juez y parte te limitaba mucho. La militancia política te corta muchas posibilidades de objetividad en la información.

 

- ¿No decir aquello que deberías porque no puedes?

Se supone que tú ingresas a ejercer como regidor, alcalde o cualquier cargo político y aunque no seas parte de un partido, como era mi caso, asumes que tienes cierta afinidad de pensamiento, un acercamiento que debes respetar. Y eso te pone en una situación difícil. Creo que los periodistas si queremos cumplir un rol auténtico en la sociedad no deberíamos estar militando en ningún partido político.

 

- Cuando ejerciste como regidora en el municipio cusqueño, ¿cuáles eran los temas o asuntos en los cuales te viste limitada periodísticamente?

Sobre todo aquellos referidos al análisis de obras de inversión, tu no podías dar a conocer una información confidencial de la que estabas enterada por formar parte de la Municipalidad. Tenías que tener mucho cuidado, porque siempre, en toda gestión, hay puntos en los que se tiene que tener cierta reserva, no porque haya cosas oscuras o no claras, sino simplemente porque requieren de cierta confidencialidad. Entonces, muchas veces me encontraba en la situación en la que yo sabía la naturaleza de tal situación, pero no podía ir al medio y comunicarla, podía fácilmente caer en infidencia. O hechos y acontecimientos relacionados con el Alcalde, o que estaban aún gestándose en la mente del Alcalde y que podrían ser una primicia, pero no las podía dar a conocer porque de lo contrario vulneraba la confidencialidad del cargo.

 

- ¿Hace bien un periodista al postular a un cargo político?

Creo que se debe optar, o se es periodista o se es político. Me refiero al momento que le toca desempeñar el cargo político. Que un periodista pueda acceder a un cargo político es totalmente legítimo, pero en el momento que está ejerciendo el cargo político no puede seguir con el ejercicio periodístico, pues se convierte en una relación conflictiva, siempre se estará calculando los costos políticos.

 

- ¿Qué opinas del ejercicio periodístico que se practica hoy en el Cusco?

Es una pregunta muy difícil, pero la voy a responder con todo el costo que eso signifique. Hay una prostitución increíble, y digo prostitución porque ahora toda información tiene un precio. Eso a mí no me parece. El periodista, ante todo, debe ser un hombre independiente, un hombre al que no se le pueda tabular por una ventaja económica o de cualquier otro tipo, un hombre que tenga la entereza de decir las cosas como cree que son. Eso por un lado y, por otro, hay una gran decadencia en la calidad, que tiene una explicación. La universidad, de una manera descontrolada, va formando generaciones de periodistas. Hay pocas fuentes de trabajo, y mucha oferta de periodistas, por tanto la competencia se torna desleal; los periodistas tienen que sobrevivir [y muchos lo hacen con las peores armas y a cualquier costo].

 

- ¿Cual crees que sería la solución: limitar el número de vacantes en la Facultad de Ciencias de la Comunicación?

Pienso que no se trata de limitar vacantes, sino de tener más exigencia en la formación de los periodistas, que realmente se estimulen sus capacidades y los preparen en todos los sentidos durante su paso por la universidad. Por otro lado que haya un cierto estándar de lo que debería ser el sueldo de un periodista, justamente para evitar mano de obra y pensamiento barato. Junto a todo esto, se debe insistir con fuerza en los principios éticos, porque cuando estos están bien fortalecidos, como en cualquier profesión, te ayudará a no aceptar cualquier cosa que se te proponga.


- ¿En el Cusco tenemos empresarios de la comunicación?

Creo que no. Había empresarios en el mundo de la radio; hoy creo que hay más mafiosos que empresarios. Hay muchos que de la noche a la mañana se han hecho de un medio de comunicación, y se comportan como los nuevos ricos de la comunicación, y naturalmente manejan la información, manejan las corrientes de opinión, y no falta el profesional necesitado de trabajo que acepta esas condiciones. Eso desde el punto de vista negativo, pero siendo un poco más optimista y positivos, también tenemos que entender que no hay muchas industrias, no hay muchas empresas solventes y fuertes que puedan financiar determinadas producciones, porque también los empresarios de alguna manera sobreviven.

 

- ¿El fondo del asunto es económico o es ético?

En este caso, hay una estrecha relación. Por un lado hay fuertes presiones económicas, necesidad de que los nuevos profesionales de la comunicación encuentren un trabajo, hay una fuerte demanda de trabajo, y muy poca oferta de puestos; por otro lado vemos que ser éticos ya no importa, ya no es un valor.

 

- ¿Cómo crees que se consigue la noticia que consume el medio cusqueño?

Yo creo que ahora cada noticia tiene un precio y cada reportaje también. Es muy duro lo que estoy diciendo pero es lo real. Se ha trastocado la noción de noticia, hay mucho chantaje, mucho vituperio, insulto; se invade con arbitrariedad la vida privada de las personas. Sabemos como periodistas que un hombre público, al ser público, pone también en el tapete su vida privada, pero esa vida no tiene por qué ser mezclada con la labor que cumple, tiene que haber un margen de respeto a la vida privada de los políticos, a menos que esta afecte su cargo público.


- ¿Por qué crees que han sido elegidos dos periodistas como presidentes del gobierno regional?

Creo que es un fenómeno que tiene su explicación, en primer lugar, en el poder de los medios, que en el caso del Cusco tiene un significado que debemos subrayar. Hay un enorme sector de la población, que no es la clase media cusqueña (es una ilusión que la clase media sea la que elige a los gobernantes), sino una masa acrítica muy grande, que define los resultados de la elección, y a esa masa –influenciable por un tipo de periodismo que no necesariamente es el mejor– se la convence por los medios de comunicación.

 

- ¿Es decir que el tipo de periodismo que se ejerce está pensado para esa “masa acrítica”?

Así es. Este segmento de la población consume el morbo, lo podemos ver en el caso de Magaly Medina, que ejerce ese periodismo barato, chabacano, invasivo, de denuncia que pisotea todos los principios. Entonces, el que maneja bien ese tipo de periodismo, y además lo hace con un cálculo político, es lógico que sea elegido. En el caso de Cuaresma, su acceso al poder ha sido respaldado por una carrera política previa; pero el caso de Hugo Gonzales no, es el periodista que accede al poder usando los medios de comunicación. No debemos olvidar que los periodistas estamos en ventaja, porque podemos llegar a lugares que los otros candidatos no pueden llegar.

- Este fenómeno, ¿es general o es particular del Cusco?

Creo que el caso del Cusco es más visible, pero también se ha dado en Lima. Tienes el caso de Güido Lombardi, el caso de Denis Vargas. Lo que pasa es que, aquí en el Cusco, el acceso a manejar una masa poco crítica es más fácil para el periodista que para el político. El periodista se presenta como abanderado de una clase desposeída, maltratada; se presenta como abanderado de la justicia, del pobre, del humilde y se levantan temas de por sí controvertidos: el tema de la descentralización, la fiscalización entre comillas de las empresa que están explotando a los pobres, y ese es un discurso fácil, porque siempre es más fácil criticar que actuar, por eso han ingresado al poder fácilmente, pero al llegar a él, no lo han hecho bien.

 

- ¿Un periodista está capacitado para gobernar?


“Creo que se debe optar, o se es periodista o se es político. Me refiero al momento que le toca desempeñar el cargo político. Que un periodista pueda acceder a un cargo político es totalmente legítimo, pero en el momento que está ejerciendo el cargo político no puede seguir con el ejercicio periodístico, pues se convierte en una relación conflictiva, siempre se estará calculando los costos políticos.”

Un periodista está capacitado para manejar su profesión, para manejar corrientes de opinión, para orientar a un pueblo a alcanzar un destino común; pero el trabajo de un alcalde, de un presidente de región requiere un conocimiento técnico profundo. Yo soy periodista, pero como tal ¿tendré la capacidad para hacer planificación y manejo económico de una región sólo desde el levantamiento de una noticia? El cargo de presidente regional, por ejemplo, debe estar en manos de técnicos, pues en nuestra formación no se insiste en esos temas, y por otro lado la urgencia del día a día no te permite profundizar. Además, como ya dije, al acceder a estos cargos los periodistas pierden toda objetividad, pero no su capacidad comunicativa y prácticamente terminan contándole cuentos a la población.

 

- ¿Cómo es la relación de las empresas y la prensa en el Cusco?

Es un círculo vicioso; no hay un periodista bien remunerado, porque no hay poder económico en la empresas y las empresas cuando invierten en publicidad invierten en lo más fácil, lo menos costoso.

 

- ¿Y qué es lo menos costoso?

Cantidad pero no calidad. La empresa prefiere construir una imagen institucional barata; prefiere aparecer de cualquier manera en la mayor cantidad de medios, que aparecer bien en unos cuantos de mayor costo, a pesar de que estos harían una buena publicidad, bien estructurada, bien llevada, con horarios adecuados, temas tratados a profundidad, con una información cercana a la verdad o inspirada plenamente en la verdad.

 

- ¿Qué hace el Colegio de Periodistas?

Debería hacer algo, pero no asume su rol. El Colegio de Periodistas se ha convertido en un centro de esparcimiento y de organización actividades de recreación para los periodistas, pero no cumple un rol fiscalizador, deontológico. El Colegio de Periodistas podría aprovechar del poder de los medios para cumplir un rol educacional para los propios periodistas; podría tener programas, pasantías para los periodistas, cursos de profesionalización para mejorar el nivel de la prensa, y también podrían desarrollar campañas intensivas de sensibilización de la población para el consumo de un buen producto periodístico.

 

- ¿Convertirse en el defensor del consumidor de las noticias?

Exactamente, pero eso no sucede, es inexistente el Colegio de Periodistas. Ni siquiera es sindical, porque no defiende los derechos vulnerados de los periodistas ni sus actuales condiciones laborales. Solo se pronuncia cuando algún periodista dice: "Es un atentado contra la libertad de expresión".

 

- ¿Qué periodistas han influido en tu formación o carrera periodística?

El tiempo que estuve en la Universidad Católica fue muy formativo para mí, pues me permitió conocer a periodistas como Pacurro León, Matilde Pérez Palacios, Jiménez Borja, Zileri, incluso los Miro Quesada; periodistas de los que uno podía aprender mucho, no solo en cuanto al hecho de buscar y conseguir la noticia, sino a su tratamiento ético. En ésa época, para mí, se pusieron los cimientos más importantes para mi carrera: la ética. Después está el trabajo que hemos hecho juntas en Radio el Sur, donde personas que sin ser necesariamente periodistas tenían un respeto muy grande por la persona humana, y tenían ganas de decir la verdad, y decirla con respeto, sin difamar. Es el caso de Hugo Biladeghut, Guido Guevara, Alfredo Febres, que no eran periodistas, pero tenían un buen manejo de la información. Un periodista a quien yo siempre he admirado, no tanto por su estilo periodístico, sino especialmente por su ética, fue Efraín Paliza Nava.

 


“Hay muchos que de la noche a la mañana se han hecho de un medio de comunicación, y se comportan como los nuevos ricos de la comunicación, y naturalmente manejan la información, manejan las corrientes de opinión, y no falta el profesional necesitado de trabajo que acepta esas condiciones.”

 

- ¿Podríamos decir que, en la década de los 70 y 80, teníamos cuatro escuelas periodísticas: Germán Alatrista, Aníbal Acurio, Efraín Paliza, y el periodismo que se ejercía en Radio el Sur? ¿Qué estilos o escuelas podrías mencionar hoy?

Bueno, es una pregunta muy difícil. Cuando hablaba de Paliza, hablaba de un periodismo no muy comprometido, pero ético; el periodismo de Germán era de servicio político más que nada; el de Aníbal Acurio era el de consumo para las masas; el periodismo que se ejercía en Radio el Sur era agresivo, pero muy respetuoso de las personas, de las funciones y a los cargos públicos. Hoy día no podría identificarte escuelas; todas están ganadas por el presentismo y la sobrevivencia; la cosa es quién gana más y no importa cómo se gana, denunciar para sacar provecho económico. Una excepción es el caso de Mario Gallegos, cuya posición no es virulenta ni agresiva, pero en general se ha impuesto un periodismo amarillo.

 

- ¿Te gustaría regresar? ¿Extrañas el periodismo?

Mucho. Me gustaría regresar, pero no sé si aguantaría ya el ritmo febril de periodismo, y por otro lado, creo que me cocinaría el hígado, no solo por la relación con los colegas, sino con el tratamiento que ahora se da a la información; es muy distinta y muy difícil, porque la lucha por el “rating” es muy dura. Pero sí tengo el corazón y la pasión; yo nací reportera y me gustaría morir reportera.

 

- ¿Cuál es tu línea periodística, tu ideología?

Para mi el periodista debe ser un creador de opinión, porque si solo es un transmisor de noticias, es simplemente un locutor, el periodista que no es capaz de generar corrientes de opinión no es periodista. El periodista tiene el deber moral de generar opinión, y en ellas entran en juego factores como el respeto por la persona humana, el deseo de contribuir a su desarrollo y a su educación. No entiendo un periodismo que no tenga una misión educativa.

 

- ¿Los medios de comunicación del ochenta a la fecha han aumentado en el Cusco?


Han proliferado en cantidad, pero han disminuido en calidad.

 

- ¿De qué viven?

Es una situación muy perversa. Hay muchos que se dedican al periodismo porque te da notoriedad. Los conocidos ejemplos de acceso exitoso a la política, producen un cierto deslumbramiento en los jóvenes: “Si ellos lo hicieron, yo también puedo ser un líder”. Pero, por otro lado, no hay donde trabajar.

 

- ¿Qué satisfacciones te dio a ti el periodismo?

La de tener la oportunidad de defender causas justas y que no me tembló la voz para hacerlo. Nunca tuve miedo de decir la verdad, aun sabiendo que ella me podía traer problemas. No he sido un caso de "donde va la gente, va Vicente". He dicho siempre mi opinión, y si eso generaba una corriente en buena hora, pero creo que mi mayor satisfacción es no haberme vendido bajo ninguna circunstancia, ni en ninguna situación.

 

- ¿En qué momento de la vida política cusqueña ha sido importante el eco de tu voz periodística?

Cuando el Sutep radicalizó sus demandas y en la radio pude cumplir una misión de orientación, pues nunca fui un mero seguidor de Sutep, pero tampoco nunca lo ataqué por atacarlo. Nos dio al equipo de Radio el Sur la posibilidad de hacer un análisis bastante imparcial de la situación, y creo que eso fue también en relación a las otras causas que estaban en debate, como paros y huelgas, donde no éramos un informativo que a ultranza defendía cualquier cosa, sino siempre tratando de buscar la verdad para orientar al pueblo.

Otro momento de gran satisfacción periodística fue cuando había que defender al Cusco de los ataques contra su identidad, y cuando digo identidad no solo me refiero a defender nuestro patrimonio arquitectónico, sino sobre todo el patrimonio espiritual, cultural de un pueblo, pero no desde un chauvinismo folklórico, sino como parte de nuestra identidad, de nuestro orgullo de ser cusqueños; creo que la orientación de Radio el Sur era así, de defensa auténtica del Cusco.

 


“Creo que el caso del Cusco es más visible, pero también se ha dado en Lima. Tienes el caso de Güido Lombardi, el caso de Denis Vargas. Lo que pasa es que, aquí en el Cusco, el acceso a manejar una masa poco crítica es más fácil para el periodista que para el político. El periodista se presenta como abanderado de una clase desposeída, maltratada; se presenta como abanderado de la justicia, del pobre, del humilde”

 

- ¿Tú crees que este estilo periodístico ha desaparecido? ¿Se ha extinguido?

Sí. No precisamente porque haya desaparecido Radio el Sur, porque no podemos ser tan vanidosos, sino porque ha desaparecido esa conciencia de la misión y la responsabilidad social que debe tener la prensa. Los que ahora “informan” y opinan, no miden las consecuencias de sus informaciones y opiniones.

 

- ¿Cómo evalúas el comportamiento de la prensa cusqueña y el caso APEC?

Hay una prensa chauvinista. Para muchos periodistas, ser cusqueño es defender a rajatabla lo que es del Cusco, sin analizar un ápice. Los medios de comunicación no están cumpliendo el rol de ser mediadores entre una u otra posición, y que cuando hay un conflicto uno tiene que tener la cabeza fría y decir: “En esto tú tienes razón, y en esto no tienes razón”. Al ser chauvinistas, defendemos a veces lo indefendible; falta serenidad, falta análisis, falta racionalidad, en la información. Había que oponerse contra el centralismo, pero también había que entender el tipo de movimiento social que se estaba dando acá. ¿Era el más idóneo en ése momento? No hubo un análisis de pro y de contras, eran solo contras, o solo pro. Eso no está bien, la prensa debe ser un hilo conductor capaz de dar serenidad en los momentos más álgidos, permitir espacios de reflexión, de diálogo, de análisis, de crítica, para que el oyente tome una posición libremente. No para que nos sigan, no para exacerbar el morbo o la pasión de la gente.

 

- ¿Cómo manejó la famosa Ley Bruce la prensa cusqueña?

Fue un comportamiento subjetivo, apasionado por el Cusco, pero yo no culpo allí a los medios de comunicación, yo culpo al Gobierno central porque no supo manejar el problema, y no está sabiendo tampoco manejar el problema de Sicuani. No se puede hacer las cosas al caballazo, olvidando los sentimientos legítimos de identidad regional. Si yo como Gobierno quiero hacer algo por ti, primero tengo que convencerte de que eso es bueno para ti, no puedo venir y decirte: “Si quieres lo haces, y si no, te atienes a las consecuencias”. La violencia genera más violencia; en el caso de la Ley Bruce, el Gobierno no tuvo ningún tacto para presentarla a la opinión pública cusqueña, y los medios de comunicación defendieron lo que creyeron que era un ataque a su ciudad, su identidad y su territorio. Lo que debió hacer el Gobierno fue formar una comisión que analizara el problema, y que además la Ley fuera lo suficientemente clara, y no un ley ambigua, que podía interpretarse según le conviniera a uno, y luego decir va a venir la reglamentación. Tampoco fue buena la solución que se dio, porque no se estaba pensado en la unidad del país, sino en botines políticos. Creo que en ese momento, la prensa cusqueña respondió más con el corazón y con el hígado que con la razón, y por otro lado, allí se nota algo que es muy importante reconocer en el caso del Cusco: la ausencia de liderazgo. No se trata de oponerse a las inversiones extranjeras, el Cusco las necesita igual que todo el país, pero con condiciones y no a tan largo plazo. El caso mexicano se debería analizar como una experiencia, la Riviera Maya tiene cuatrocientos o quinientos resort de primera, y todos son de diversa propiedad, norteamericana, panameña, etc., pero hay dos condiciones, la primera es que toda la empleocracia desde los cargos más altos, hasta los de menor nivel sean nacionales, mexicanos. No ves en ningún local un gerente que no sea mexicano; y la segunda condición es que parte de las utilidades y los beneficios de estas empresas, aparte de pagar los impuesto al Gobierno mexicano, señalados por ley, tienen que invertir un porcentaje en el nivel profesional u ocupacional de los trabajadores mexicanos. Aquí en Cusco ¿qué es lo que pasa? Visita el Valle Sagrado y dale una mirada a los cargos, en los restaurantes y hoteles de propietarios extranjeros: los mandos altos y medios y los encargados de comunicaciones son foráneos, extranjeros o limeños, y los cargos de menor jerarquía para cusqueños. Eso no es justo. Pueden decir que no hay gente capacitada, quizás, de acuerdo, pero hay que comenzar a capacitarla.

 

Un caso claro es el de Perú Rail; nadie se opone a que esté en el Cusco; ha mejorado el servicio en muchos sentidos, pero no con un contrato de 30 años y encima exonerados de impuestos. Y lo mismo pasa con las ONG. Yo he sido siempre muy crítica de eso. Por ejemplo, para cubrir los roles de practicantes, suscriben convenios con la Universidad de Lima y la Universidad Católica, ¿y los alumnos de la Universidad San Antonio Abad, cuándo van a tener la oportunidad de practicar y aprender? No debemos ser chauvinistas, pero sí poner los puntos sobre la íes, y no se trata solo de impuestos, que en última instancia se van al erario nacional y el Cusco no ve nada, sino de mejorar nuestros recursos humanos, pues allí está la base de nuestro desarrollo. Los periodistas no están enfocando los verdaderos problemas del Cusco.

 

- Este problema ¿no es fruto de un mal nivel de formación en general?

No hay ningún nivel. Yo misma que he sido profesora de la Facultad de Comunicaciones y me interrogaba a mí misma, y me respondí: Areli, ¡qué mal has enseñado¡ Cuando hacía el taller de prensa, les decía a los alumnos se hace así un reportaje, se redacta así un ensayo, se escribe así un editorial; yo no debí haber hecho eso, debí mandarles a hacer ensayos, reportajes, y sobre esa base corregirles. El currículo que yo llevé como estudiante en la Católica no era así, no priorizaba la teoría, sino la práctica. Desde el primer año el alumno estaba en la calle aprendiendo. Y ¿por qué? Porque no tenemos implementación. ¿Cómo puede ser posible que una Facultad de Comunicación Social, en tantos años de vida, no sea la conductora de Radio Universidad? Se ha perdido la licencia de Radio Universidad; se ha perdido los equipos por luchas intestinas y rivalidades entre ellos. Todos los periodistas cusqueños debían haber pasado por Radio Universidad, hacer sus prácticas, pulir sus defectos, para luego ir al medio comercial. Ahora no sé cómo estará, pero cuando yo era profesora, todos los profesores eran profesionales que no habían estado nunca en un medio de comunicación, y eran contados los profesores que sabían como redactar alguna cosa. Tú les preguntabas cómo se hacía una entrevista, te lo decían como el padre nuestro, pero al momento de entrevistar estaban tan nerviosos como el alumno. Y cada vez está peor, porque hay mucha mediocridad, y por otro lado, el periodista no lee ni investiga, está todo el tiempo corriendo tras la noticia que no tiene tiempo de profundizar, solo informa, no analiza, ni opina. Eso no es hacer periodismo.

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