Entrevista a José Tamayo.


El siglo de Machu Picchu


Recientemente, fue incorporado como Miembro de Número a la Academia Nacional de la Historia el doctor José Tamayo Herrera. Merecida distinción a un ilustre cusqueño, autor de numerosos libros de valor, entre los que destaca su Historia Regional del Cusco Republicano, obra indispensable de la historiografía nacional. Precisamente, una nueva edición de esta, puesta al día, nos da motivo para hablar, una vez más, con el doctor Tamayo sobre su vocación y su obra.


Entrevista de Patricia Marín


JoseTamayo02 a

Basadre me daba el método y Valcárcel la sustancia.

Se formó en Letras y se graduó de abogado, ¿cómo es que nace su vocación de historiador?


Mi vocación por la historia nace desde pequeño. Cuando yo era chico y aprendí a leer a los 6 años, en el colegio La Salle en el Cusco. Había unas revistas que llegaban todos los jueves de Buenos Aires: Billiken que era Argentina, y Peneca que era Chilena. Billeken tenía dos secciones, una que se llamaba Nuestra historia (historia argentina por cierto, que leí y se me quedó grabada para el resto de la vida); y la otra sección se llamaba Grandes fechas de la humanidad, que mostraba los personajes fundamentales de la historia universal. Esas dos columnas de historia las leía todas las semanas y esto me gustaba. Lo mismo pasaba con la historia chilena en la revista Peneca.


Además, en mi casa, había algunos colaboradores de mi padre, por ejemplo don Andrés Galdos, que había sido soldado de Cáceres, en la toma de Lima por los pierolistas. Él me contaba como había sido la toma de Lima; cómo los pierolistas la atacaban por Cocharcas, y cómo los caceristas se refugiaban en las torres de las iglesias, además de los numerosos muertos que habían provocado las luchas de estos grupos enfrentados. Todo eso se me fue quedando. Por su parte, mi padre me contaba las historias de Tablachaca, de Abancay, de 1909, 1910. Toda la historia de los montoneros, unidos a algunos personajes románticos como el famoso bandolero Alejandrino Montesinos por las montañas de Lares, de Chancamayo, en la Convención. Todo eso se me quedó grabado y me dejó un gusto por la historia. Pero cuando entré a la Facultad de Letras, de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, con Valentín Paniagua, Víctor Guevara y otros amigos, resulta que la facultad, en la sección de Historia, estaba un poco decaída, porque allí campeaba el doctor Cornejo Bouroncle, un arequipeño que producía unos libros llenos de documentos, lo que se llamaría ahora una historia de materiales crudos, sin reflexión personal, libros de 500 y hasta 600 páginas muy aburridos, y entonces nos pusimos, junto con Valentín, a estudiar Filosofía. Y a mí me gustó mucho la Filosofía de la Historia.


¿Cuáles fueron sus autores favoritos en ésa época?


Bueno quien contribuyó mucho en mi formación, fue la Universidad Autónoma de México, donde gané un stage, pues la Universidad San Antonio Abad del Cusco me dio un premio por ser el mejor alumno de Letras. Consistió en una suma de dinero -25,000 soles- con el cual yo podía viajar a cualquier país, y decidí ir a México, que era la mejor universidad de América Latina (y hasta ahora lo es). En ésa época tenía 90 mil estudiantes y ahora tiene como 300 mil. Allí estudié con Leopoldo Zea, Adolfo Sánchez Vásquez, gran filósofo marxista, con José Gaos, discípulo de Ortega y Gasset, hicimos un seminario sobre Hegel, en el que trabajamos sobre la Filosofía de la Historia y la Estética de Hegel.


¿Cómo le ayudo la filosofía en el campo de la historia?


Me ha ayudado mucho. Pienso que tras toda historia hay una filosofía, hay una teoría, aunque el historiador no se de cuenta o lo niegue. Yo creo que la teoría precede a la historia, por eso en mi trabajo de ingreso a la Academia de la Historia, hice primero una teoría de la Historia Regional, para luego entrar a la Historia Regional del Cusco republicano, tema de mi investigación. Hay mucha teoría historiográfica en el siglo XX: la escuela de Annales, la Escuela Marxista, la Escuela Cuantitativa, la Escuela Primitivista tradicional, etc.


a Portado-CuscoRepublicano01

"Hay aquí un libro 'fundacional', es decir creador y sucitador"  Jorge Basadre

La Facultad de Letras de la Universidad del Cusco, hace cuarenta años, estaba mejor en su currículum que ahora. El currículum era flexible, uno podía estudiar disciplinas filosóficas, y cuatro o cinco disciplinas históricas, paralelamente. Estudié Arqueología del Cusco con Chávez Ballón, Fuentes Históricas con el doctor Maximiliano Moscoso, Historia del Arte Americano y Peruano con Luis Velasco Aragón, Historia de la República, con Horacio Villanueva Urteaga. Era un aprendizaje flexible y no, como ahora, una especialización completa, una compartimentalización total. En ésa época nos formaban como humanistas. Al terminar la Universidad me gradué con una tesis sobre la Reforma Agraria, y me llamó Benjamín Samanez Concha para dirigir la oficina de la Reforma Agraria en el Cusco, primero como Jefe de Relaciones Públicas, y luego como Asesor Legal, y estuve allí como año y medio. Pero ese trabajo burocrático me aburrió, y el abogado Carlos Ferdinand Cuadros y el historiador Horacio Villanueva me llamaron para dictar Filosofía de la Historia, e Historia Crítica Nacional. Este último curso fue muy importante, porque me permitió hacer una síntesis de toda la historia del Perú en un año. Además, yo podía inyectar en él la teoría histórica que había aprendido por mí mismo. Y en ese curso de Historia Crítica Nacional fueron mis alumnos entre otros, Daniel Estrada, que ha sido alcalde y parlamentario, Carlota Valenzuela, que ha sido Ministra y diplomática, Pablo Ladrón de Guevara que ha sido un gran Vocal y es un gran laboralista,, Gloria Charca, Rectora de la Universidad Andina entre otros. En ese curso logré introducir temas cusqueños, por ejemplo, la rebelión del año 1957 en la Universidad, la Reforma Agraria que estaba en el momento en todo su calor. Posteriormente fui Jefe de Departamento, Decano, Director de Evaluación, y de allí me eligieron para integrar la Comisión Estatutaria Nacional. Me vine a Lima y presidí la comisión durante cuatro meses, la cual terminé debido a una violenta discrepancia con la mayoría de Patria Roja. Y luego me quedé en Lima, porque se me presentaron mejores oportunidades de trabajo. Entré primero a la UNIFE, y posteriormente a la Universidad de Lima, donde permanecí por 42 años y donde me pagaban el doble en la San Antonio Abad.


Allí formamos, con Fernando Rosas, Gladys Calderón, Raúl Palacios y Fernando Silva, una Escuela de Historia, de acuerdo a la corriente francesa de la revista “Annales” (años después la Escuela fue abolida). Allí enseñé Historia Regional del Sur Peruano.


De la teoría inicial con que inició su trabajo, ¿cómo ha ido madurando su visión de la historia regional?


Te voy a decir que mi presencia en Lima fue fundamental, porque a Cusco no habían llegado las nuevas corrientes y estaba adormecido en una historia tradicional, decimonónica. Por el contrario, en la Universidad de Lima había una excelente bibliografía. Fernando Rosas se cuidaba de adquirir libros europeos, franceses, españoles, recién publicados; en segundo lugar, traía a historiadores franceses, para dar charlas, y durante siete u ocho años hicimos exitosos Coloquios. En una ocasión, a iniciativa mía, hicimos un Coloquio de Historia Regional con representantes de todas la universidades del Perú que tenían la especialidad de Historia, es decir Arequipa, San Marcos, la Católica, etc. (estuvieron, por ejemplo, Flores Galindo y Burga). Eso fue el año 1989 y fue la primera vez que se hacía un coloquio así en el Perú. Fue en esa universidad que dicté un curso sobre historia regional, que me sirvió de entrenamiento, y paralelamente comencé a trabajar la investigación sobre el Cusco.


¿Por qué decidió realizar la investigación sobre el Cusco?


Porque venirme a Lima, para mi fue un shock psicológico. Tenía nostalgia del Cusco. Había vivido en la Plaza de Armas, frente a la Compañía. Vivía en el corazón del Tahuantinsuyo, en el Huacaypata. Y de allí me vine a Jesús María, y después a Monterrico, que difícilmente podían compararse con aquél ambiente. En el Cusco, con mi carro podía salir al Valle Sagrado de los Incas, podía ir al Valle Sur gustar del paisaje, y estar en contacto con lo verde, con la naturaleza... Pero acá en Lima ¿dónde vas a salir? El desierto está por todo lado. Todo eso me causó un shock, una especie de depresión por la ausencia, y el duelo por la migración me duró unos meses.


¿Y qué hizo para curarse?


Hice la investigación sobre el Cusco. Pero no podía hacer una investigación sobre el Cusco incaico, pues había sido investigado por un sinnúmero de cronistas e historiadores, en los siglos XVI y XVII y además en el siglo XX por gente muy valiosa como Franklin Pease, Carlos Aranibar y Luis Valcarcel entre otros. El Cusco colonial fue tratado por Lohman y Villanueva Urteaga; el Cusco de la Emancipación, por Aparicio Vega. El único que aún no era conocido era el Cusco republicano, allí había un vacío, a partir de 1814, hasta 1980, más o menos. Entonces decidí dedicarme a eso. Fui al Cusco y no encontré en los archivos de las bibliotecas documentación sobre eso, tuve que investigar en el archivo de la Corporación de Reconstrucción y Fomento, y en los archivos de los ministerios. Después me puse a leer las colecciones de los periódicos (de El Sol y El Comercio, del Cusco), de todo el siglo XX y fichando. Después me sirvió mucho el material bibliográfico de Félix Denegri Luna, que ahora está en el Instituto Riva Agüero, así como la colección de la Biblioteca Nacional, que tenía valiosos documentos y libros muy raros. Todo eso me sirvió para hacer mi Historia del Cusco Republicano, unido a la historia oral.


JoseTamayo03 a
Yo estoy  satisfecho con ser Amauta, Miembro de Número de la Academia de la Historia y de haber escrito cerca de 30 libros.

¿A qué se refiere precisamente?


Me refiero a que hablaba con Basadre y con Valcárcel sobre el Cusco. Basadre me daba el método y Valcárcel la sustancia. Y estos dos viejos me querían mucho. Y no era por mí, sino porque era hijo de Francisco Tamayo Pacheco, que había sido su compañero de estudios, y su compañero de aventuras políticas en el partido Social Republicano. De ahí que me quisiesen y me tuvieran predilección. Había mucha gente que los perseguía, pero ellos los rehuían; a mí, en cambio, me acogían todos los sábados y domingos. Por mi parte, esperaba el fin de semana como si fuera a visitar a mi primera novia: el sábado a Basadre, y el domingo a Valcárcel, desde año 73 ó 74 hasta el año 79. Ellos también veían en mí al muchacho provinciano que quería abrirse paso en Lima, como ellos lo habían hecho 20 ó 30 años antes, ya que fueron provincianos. Y veían en mí su pasada juventud. Ellos también habían sido nostálgicos de su tierra, y todo eso me sirvió.


¿Cómo eran esas reuniones?


Muy sencillas. Yo los visitaba, conversábamos y yo anotaba en mis fichas las cosas que me decían, algunas sugerencias que me hacían. Era un fructífero diálogo que duraba, con Basadre, de las 10 de la mañana hasta las 2 de la tarde. Y con Valcárcel era por las tardes, desde las 3 de la tarde hasta las 6 ó 7 de la noche. Quizás yo era un poco molesto para las familias, porque era un visitante asiduo, pero ellos sí querían estar conmigo. Nuestras reuniones con Valcárcel eran felices, y me contaba una serie de cosas, que nunca había contado a nadie.


¿Llegó a hablar alguna vez con Valcárcel sobre Bingham y Machu Picchu?


Sí. Valcárcel decía que Bingham se había llevado los objetos de Machu Picchu por Mollendo, pero también les habían dicho en el Cusco que por Arica, pero no encontraron huella. Tuve en mi poder un folleto, que desgraciadamente no sé donde lo he extraviado, donde se decía que la población de Mollendo se sublevó al ver las cajas y cajas que metía Binghan al barco, entre ellas un gran choclo de oro. ¿Mito, verdad? No lo sabemos.


¿Qué recuerdos tenía Basadre de Cusco?


Basadre se acordaba mucho del Congreso del 20, de la Federación de Estudiantes del Perú, en el que Giesecke los agasajó. Se quedó sorprendido de que el Rector fuera tan democrático, tan abierto; en cambio en Lima, el Rector era un señorón como Javier Prado, que ni se acercaba ni daba la mano a los alumnos, y nadie tampoco osaba a cercarse a él. En cambio, el rector de la San Antonio Abad era un hombre bonachón que jugaba tenis con los alumnos. Era un hombre de otra laya, y fue muy importante para la ideología, y para la teoría en el Cusco, porque el trajo, el pragmatismo de William James, para reemplazar el Krausismmo de Araujo y todo ese grupo, instaurado en el Cusco del año 1880 al año 1910.


Volviendo a Basadre, él me prestaba sus libros franceses que no se conocían acá en Lima, me los prestaba, no por un día, sino por dos o tres meses, y devolví todo lo que me prestó, por cierto. Valcárcel, tuvo la gentileza de regalarme sus libros, pues le quedaban algunos de ediciones anteriores, y pude reunir una bibliografía de Valcárcel, pero era una cosa complementaria, pues como te dije, Basadre tenía el método y Valcárcel la sustancia. Entonces yo combinaba el método y la sustancia, la teoría y la praxis, la historiografía y la filosofía, porque más filósofo, más profundo era Basadre, que leía varios idiomas, el alemán, el francés, el inglés, en cambio Valcárcel no.


¿Qué noticias tiene acerca de la enseñanza de la historia en el Cusco?


Bueno, noticias fidedignas no tengo. Me dicen que es una enseñanza tradicional, que la especialidad de Historia está decaída, y la razón es porque está a cargo de un clan endogámico que impide la entrada de nuevos profesores, con otras ideas y formación; son cotos cerrados dogmáticos.


El mundo de la ideas es un mundo que se renueva permanentemente....


Y ahora más que nunca por internet, que nos tiene permanentemente informados. ¿Cómo es posible que alguien se quede en ideas del pasado, solo porque son suyas? Eso va en contra de los alumnos.


a MachuPicchu05

Machu Picchu,  se ha convertido en el gran generador de la economía.

En su discurso de incorporación dijo claramente que el siglo XX para el Cusco fue el siglo de Machu Picchu, ¿por qué?


Entre 1910 y 1920, soñaban con el siglo del indigenismo, pero esto pasó de moda. Luego dijeron que era el siglo del marxismo, de la revolución, que no se hizo; que era el siglo de la Reforma Agracia, pero esta fue un fracaso; la conquista de la selva, como soñaba mi padre, nunca se hizo, aunque con carretera del Vrae a Echarate, algo se está abriendo; luego pensaron en el parque industrial: la industrialización del Cusco, no hay ninguna industria. Simplemente hay Machu Picchu, que se ha convertido en el gran generador de la economía. Machu Picchu es la única Maravilla que el Perú tiene, y es una tontería que el Ministerio de Turismo de Lima esté distrayendo esfuerzos al promocionar otros destinos como Moyobamba, Tarapoto, etc, cuando Machu Picchu es lo que realmente atrae y lo que revaloriza lo demás. La prueba de esto es que cuando el tren se vio detenido por las torrenciales lluvias en febrero de 2010, el turismo en el Perú se fue al suelo. Además hay que tener en cuenta que ese cerro, el Machu Picchu, oculta en su entraña la enorme energía que mantiene al Cusco con la Central Hidroeléctrica.


El aporte fundamental de su investigación es relevar la importancia de historia local, regional, y más aún, la historia oral.


Después de mi, muchos han hecho historia regional, hasta mi maestro, Horacio Villanueva, que abominaba la Historia Regional, hizo historia regional de la Universidad San Antonio Abad de los años 10, pero ya cuando estaba bien viejito. Recién se dio cuenta de que había algo diferente, si no hubiera seguido con la colonia y con la emancipación. Lo que pasa es que la suerte también me ha ayudado mucho, o diré mejor la Providencia, porque yo soy católico. Resulta que cuando llegué a la Universidad de Lima, llegó el profesor norteamericano Steve Stein, de la Universidad de Nueva York, y trajo el método de la historia oral, con el cual hicieron una investigación de “Lima obrera, 1900-1930” con Vilma Derpich, Cecilia Israel y José Luis Hiiza. Mis estudios de Vansina, y los estudios sobre historia oral con Valcárcel, más la enseñanza de Stein me hicieron descubrir la historia oral. En Lima no tenían ni idea sobre el tema, consideraban que lo único que valía era el pergamino viejo, el “q’aracho”, y cuanto más amarillo mejor. Pero la fuente viva, por intermedio de la entrevista, aún no se conocía. Yo, en cambio, grabé 400 entrevistas, y todo eso lo incorporé a mi trabajo, y verás que en mi libro hay muchos puntos que cito como "comunicación personal", porque esa era mi fuente.


Sin embargo este método le ha traído no pocos sinsabores y divergencias.


Es cierto. En el caso del Cusco, más bien por motivos mezquinos, tú sabes cómo son algunos de nuestros paisanos, incapaces de soportar que alguien destaque, en especial afuera.


En cuanto a Lima, sólo me han objetado los historiadores tradicionales, quienes rechazan la Historia Inmediata hecha por uno en cuanto es el propio testigo e incluso un actor de los hechos que estudia. Yo no soy un historiador ortodoxo, y habla bien de la Academia de la Historia que le haya abierto las puertas a un historiador que es heterodoxo, que se dedica a la historia regional y opta con frecuencia por los métodos renovadores. .


Es importante la apertura y la pluralidad que está demostrando la Academia de la Historia,


Así es, como tú sabes también ha entrado un historiador como Manuel Burga. Díaz


Es decir que los métodos pueden ser diversos y lo que importa es el aporte.


Sí, y naturalmente cuenta el hecho de que yo haya escrito como 25 ó 28 libros, allí tengo la lista.


¿Cómo evalúa su trabajo sobre historia regional, ahora que ya tenemos gobiernos regionales y que además tenemos un presupuesto importante para la regiones?


Bueno este último tramo es decepcionante, porque hay gente que se llena la boca de descentralismo, de regionalismo, de antilimeñismo, sin embargo, contando con la plata del canon, personal y la maquinaria administrativa a sus órdenes, no hacen nada por revalorizar la identidad regional, por escribir o fomentar libros regionales, por aportar a la cultura regional. El Alcalde del Cusco por lo menos está reimprimiendo libros, aunque sean tradicionales como los de Garcilaso o Clorinda Matto. Deberían imprimir libros actuales, ofrecer aportes nuevos, como hizo por ejemplo Daniel Estrada, que fue un verdadero mecenas. Tú sabes que aquí al intelectual le pagan poco, o no le pagan nada, pero Daniel Estrada me pagó 25,000 dólares por mi trabajo, a parte de la impresión, aparte de las fotos. Eso habla muy bien de él, y no solo lo hizo conmigo sino con Angel Avendaño, quiso hacerlo con el geógrafo Jorge de Olarte, pero lamentablemente este murió, y así se perdió el muy valioso aporte que Olarte podía hacer.


Pero en la perspectiva histórica, tener gobiernos regionales ¿qué significa?


Bueno podría contribuir poco a poco a una autonomía administrativa, económica, cultural. Lo cual no significa estar de acuerdo con, digamos, lo que está ocurriendo en Bolivia, la posibilidad de que ese país se convierta en 20 países, 20 naciones diferentes, porque eso sería “centroamericanizar” el Perú, sería dividir el Perú. Y si el Perú así como está es más o menos viable, si se divide y atomiza, como está sucediendo en Bolivia, donde una comunidad amazónica de mil personas se erige en nación y exige audeterminación y autonomía, y termina eso en la anarquía. Por tanto, no hay que llevar el descentralismo a extremos teratológicos, de querer dividir el Perú. Porque el Perú, como decía Basadre, es una unidad en el tiempo y en el espacio desde los Huari, los Incas, la colonia y la República.


Qué les falta a los gobiernos regionales para hacer a viable este país?


Les falta una masa crítica de planificadores, de técnicos, de expertos, de economistas, les falta eso. Yo he conversado con algunos que ejercieron ese cargo  y tengo un recuerdo amargo de la calidad de sus técnicos. Yo he visto, por ejemplo, nombres de personas que simplemente han estado lucrando con los recursos del Gobierno Regional; el subgerente de Gonzáles está perseguido por una serie de malversaciones. Un Alcalde de Echarate ha hecho absurdo y medio. Entre otros, ¿cómo se le ocurre hacer una carretera al Vrae, por la cual se van a meter los terroristas a La Convención? Y es una carretera de primera. Esa carretera la soñó mi padre hace mucho tiempo, pues hablaba de la carretera de Echarate al Pongo de Mainique y de allí a Atalaya, había pues un afán orientalista, al Oriente Lux, la selva salvadora. Ahora sabemos que allí se ha edificado Camisea, que es una población muy grande, y que el segundo o tercer aeropuerto del Perú es el Aeropuerto Las Malvinas en Camisea, pues tiene un movimiento aéreo importante.


Bueno, la inversión en el sector de energéticos como en el del Turismo han generado grandes conflictos, tanto en los más radicales como en los moderados, que han tenido que protestar por algunos excesos del Gobierno Nacional, ¿qué opinión tienen al respecto?


Lo que pasa es que para el gobierno nacional y para Alan García, la cultura, la identidad, lo ecológico, el valor de las culturas primigenias, con sus conocimientos médicos y ancestrales, no le importan nada. A raja tabla quieren meter a una serie de empresas en determinados yacimientos mineros, petrolíferos, etc, y eso choca . Estas comunidades no tienen tecnología y modernidad, es cierto, tampoco tienen madurez para constituirse en naciones andinas a la boliviana. Está claro que la lucha es entre la inclusión y la exclusión, entre la modernización capitalista y la tradición, entre la economía global sin rostro y la identidad. Va a ver una lucha, si el gobierno de García quiere establecer un capitalismo radical, pro extranjero, a toda costa.


¿Cómo evalúa su trabajo histórico?


Yo pude haber sido un abogado de éxito y ganar mucha plata. Solo las veces que necesité dinero ejercí la abogacía, fui abogado de Petro Perú, del Banco Mundial, de la Reforma Agraria pero me olvidé de todo y me dediqué a algo impractico, a las letras, la historia y la docencia. Han sido 40 años con mis enseñanzas y mi sacrificio por la cultura peruana. Pero al menos me han hecho Amauta, mis alumnos se han beneficiado, recuerdan y eso no tiene precio. Yo estoy totalmente satisfecho con ser Amauta, con ser Miembro de Número de la Academia de la Historia y de haber escrito cerca de 30 libros.


Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar