Por: Arturo Moscozo Serrano.


La feria del Santurantikuy


Por: Arturo Moscozo Serrano


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Se podría decir que el yeso y la arcilla son poemas en las manos de los santeros, imagineros.

Es menester evocar con añoranza lo que vimos y apreciamos en nuestros años mozos y entintarlos para que las generaciones venideras conozcan algo de nuestras raíces. En ese entender, deseo desempolvar de la memoria antes de que me invada el olvido y narrar lo que aprecié en mi juventud en el Santurantikuy.


La feria navideña del Santurantikuy, con su encanto mágico, es peculiar y única en su género en el país. El vocablo Santurantikuy significa “compra de santos” y se lleva a cabo el 24 de diciembre de cada año con motivo de la Navidad en la Plaza de Armas de la ciudad del Cusco, que sirve de marco especial.


La feria del Santurantikuy es singular porque preferentemente se oferta escultura tradicional y objetos vinculados con la creencia religiosa y el arte popular. Es una especie de simbiosis en que se combinan la figura del Jesús Infante o "Niño Manuelito", sus padres José y María, los Reyes Magos del Oriente, los pastores y bailarines indios, pequeños santitos, todos de yeso, arcilla y piedra con temas de la región andina.


A partir del día 23 de diciembre de cada año, al amanecer, todo el contorno de la Plaza de Armas del Cusco estaba lleno de mesitas con bancas y silletas colocadas por los artesanos, artistas e imagineros, quienes empezaban a “guardar sitio” para al día siguiente exponer y vender sus trabajos al público que asistía a la feria.


Resultado de esta feria son los famosos "Niños Manuelitos del Cusco", cada uno con su narración propia e indumentaria particular. Entre los años 1940 y 1950, los santeros, escultores, imagineros, carpinteros, ceramistas y demás feriantes se ubicaban en el contorno de la Plaza de Armas, delante de los Portales en determinados sitios que la costumbre había establecido; más o menos en el siguiente orden:


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El vocablo Santurantikuy significa “compra de santos” y se lleva a cabo el 24 de diciembre de cada año con motivo de la Navidad en la Plaza de Armas de la ciudad del Cusco

A la altura del Portal de Panes, se ubicaban generalmente los que ofertaban artesanías de madera , como cofres, arcones en miniatura, alcancías, pequeños portalitos, altares dorados con pan de oro, curiosidades en hojalatería, como los pajarillos que llenados con agua y soplados emitían el canto del jilguero andino, era el encanto de los niños que en la Noche Buena tocaban canciones acompañados con los pajarillos y las sonajas, al son de la música religiosa andina, conocidas canciones con el nombre de villancicos Vilis-Viliskascha, como: “Niño nacesca Belén Portalpe, Vilis-Viliskascha, sumac niñucha ama huacaychu, noka huacasac huchaymantaca, Vilis-Viliskascha”.


En el Portal de Comercio , los imagineros exhibían sus creaciones, como el sinsimartin, que era una miniatura de hombre con cuello de alambre a manera de resorte que le permitía mover la cabeza, era la representación satírica de los escribanos de juzgados. El chichileva , pequeña efigie que satirizaban a los magistrados con su frac, cuello de goma, su pico y sus códigos . Los sicllasmajeños , representaban a los negociantes de aguardiente procedentes de Majes (Arequipa) y al grupo de bailarines bebiendo aguardiente y muchas creaciones más del ingenio de los artistas populares. La cerámica es el lenguaje del ceramista que interpreta la creencia y la emoción de su pueblo; los colores y decorados resultan de la influencia del medio donde actúa el artista. representaban a los bailarines del grupo del mismo nombre, con vestido de levita, bastones y sombreros de tarro. Los


Rara vez ofertaban la figura en yeso de las autoridades políticas, eclesiásticas y de los personajes folklóricos; esos trabajos esporádicos llamaban la atención de los visitantes. El público admiraba el talento creador del artista cusqueño al observar esos trabajos, herencia dejada por los imagineros y santeros de la colonia.


En una sección de este Portal se instalaban los imagineros que presentaban sus creaciones de temas lugareños, como los jugadores de sapo de las picanterías, el grupo de músicos llamados ccaperos , el Corpus Christi de las diferentes parroquias de la ciudad, bailarines de las distintas provincias del departamento del Cusco, el Cruz Velacuy, la procesión de la Virgen de Belén. En el año 1937, el Instituto Americano de Arte promovió el concurso navideño del Santurantikuy para premiar los trabajos presentados por los artesanos participantes, sobre todo aquellos que destacaban por su creatividad y belleza, los mismos que eran adquiridos para su colección.


Asimismo, los santeros exhibían especialmente a los manuelitos en diferentes posiciones, con sus ojitos brillantes, mejillas rosadas, paladar de vidrio, con sus cabellos naturales bien rizados junto a San José y María, acompañados por los pastores indios y sus ovejas, los tres reyes del Oriente, es decir todo un Belén completo. Aquí escuché decir a los cusqueños de cuño antiguo, al ver las imágenes de los tres reyes magos, el siguiente epigrama: “chicha, vino y aguardiente, los tres reyes del Oriente”.


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El día 24 de diciembre desde las 6:00 a.m., el público concurría al Santurantikuy a comprar las curiosidades para armar el nacimiento familiar o aumentar el número de piezas del mismo.

En este Portal también se exhibía y ofertaba velas de cera de abeja bien decoradas, incienso, mirra, diademas y sandalias de plata, vestiditos, tejidos, ropones, gorritas y medias de hilo en diferentes tamaños y colores para el Niño Manuelito, almohaditas confeccionadas por las señoras dedicadas al tejido, costura y labores hechas a mano.


En las arquerías del Portal del Templo de la Compañía y a la altura del local del Paraninfo de la Universidad San Antonio de Abad, se ofertaba yerbas, cardos, helechos, el famoso huayruro con sus frutos rojizos, el raqui-raqui, cebada y trigo en plena germinación en pocillos de barro y latitas, flores de Achanccaray, portalitos de ramas para armar los nacimientos en las casas de las familias con devoción al Niño Manuelito o Niñucha. En este Portal estuvieron ubicadas, la pastelería “ La Colmena” famosa por los pastelitos con carne y la “Botica Monteagudo”, especialista en jarabes; ambos locales desaparecieron con el terremoto de Mayo de 1950.


En el Portal Carrizos, se posesionaban preferentemente las señoras dedicadas a la panificación, quienes ofrecían los antojitos del Cusco, como los famosos bizcochuelos envueltos en papel periódico, unidos por sus cuatro esquinas con la paja llamada maquipichana; rosquitas, yemas, suspiros de varios colores, empanaditas, maicillos, panes dulces con anís y ajonjolí, guisado, mazamorra negra, en ollitas de barro cocido, las melcochitas con penacho de maní y coco. Apreciamos que esta sección era todo un espectáculo, sobre todo por el lloro de los niños cuando los padres de familia no les daban el gusto de comprar las golosinas. Esas delicias eran degustadas con el chocolate de Noche Buena.


En las gradas del atrio de la Catedral y de los Templos del Triunfo y de Jesús María de la Plaza de Armas del Cusco, se ubicaban los famosos alfareros de Pucará y Kalapuja, procedentes del Departamento de Puno. Ellos exhibían preciosos trabajos de arcilla cocida, como jarrones, candeleros, maceteros, floreros, jarras para chicha, tostadoras, ollas, todos estos vidriados. Para los niños había en miniatura tacitas, teteras, cocinas y otras curiosidades del ingenio popular. En esta sección se ofertaba el famoso Torito de Pucará, considerado por un sector del pueblo como amuleto y símbolo del Altiplano. Todo ese mundillo de cosas producto del ingenio de los artistas de Pucará eran traídos al Cusco en las famosas chipas -redecillas- de paja del Altiplano, todas aseguradas con soguillas también de paja. La llegada de esos mercaderes varones y mujeres eran un interesante espectáculo; antes venían en mulas y burros, posteriormente en camiones. Al momento de bajar los bultos, se apreciaba todo un jubileo, luego, lo primero que hacían era ubicarse en el mejor sitio de las gradas del atrio de la Catedral. Llamaba la atención de los niños, en ese sector, la figura del Maromero o saltanquichu, hecho de madera, muy apreciado por los volatines que hacia.


El día 24 de diciembre desde las 6:00 a.m., el público concurría al Santurantikuy a comprar las curiosidades para armar el nacimiento familiar o aumentar el número de piezas del mismo. Se veía desplazarse a padres de familia con sus hijos por todo el contorno de la Plaza de Armas.


Después del sismo del 21 de mayo de 1950, que asoló la ciudad del Cusco, el Santurantikuy varía un poco su fisonomía peculiar de antaño por la aparición de objetos plásticos, que por suerte han sido rechazados en defensa de lo peculiar del Santurantikuy. Pero, es bueno anotar que la artesanía local ha ampliado su marco de acción con la aparición de nuevos artistas que han creado novedosos estilos de imaginería popular que se yuxtapone a la clásica y tradicional artesanía. El Santurantikuy de hoy, es singular e importante por la presencia de los famosos artistas del antiguo y señorial Barrio de San Blas -Toko Cachi - en el Incanato-. Tenemos genios de la imaginaría como Antonio Olave, Raymundo Béjar, Hilario y Georgina Mendivil (ya fallecidos), Santiago Rojas, Edilberto Mérida y otros, cada uno con obras de estilo propio e inconfundible. Se podría decir que el yeso y la arcilla son poemas en las manos de los santeros, imagineros, ceramistas y escultores mencionados; los artistas son intérpretes de todo el entorno que les circunda; sus obras son el medio de expresión y mensaje de los sentimientos e inquietudes del sentir del pueblo.


Lima, diciembre 2008


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