Testimonio de un platero.


Gregorio Cachi: Testimonio de un platero


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Yo he hecho hasta cuatro coronas para la Virgen de la Almudena.


Yo empecé en una escuela prevocacional, allá en mi tierra, San Pablo, provincia de Canchis. Soy descendiente de los plateros de San Pablo, un pueblito pequeño dedicado a la artesanía. Claro que ahora ya han desaparecido los herreros, los picapedreros, pero el maquinaska sigue en vigencia, también la fábrica de instrumentos de cuerda, los tejedores y tejedoras; es decir, es un distrito de artesanos.

Pero yo no fui formado en ninguna de esas líneas practicadas en mi tierra, sino que por esos años en la escuela prevocacional hubo tres especialidades: carpintería, agropecuaria y platería. Sin saber por qué, yo escogí la línea de platería. El profesor que enseñaba vio que yo tenía aptitud para este trabajo y me llevó a su taller para que fuera practicando en los meses de vacaciones; acepté y una vez que terminé mis estudios primarios en San Pablo, me dijo: “Vamos a mi taller para que comiences a trabajar“. Allí estuve unos tres años y luego me trasladé al Cusco.


Llegué al Cusco en el año 54 y trabajé muchos años solo con dos maestros joyeros: el señor Donato Ormachea y el señor Sixto Salazar (para los que no recuerdan o no saben, ambos eran los joyeros más solicitados en el Cusco hasta antes de los años 90). Nada más. Solo se trabajaba en oro. De Sicuani, yo me vine con muy pocas herramientas, pero en aquel tiempo venían agentes vendedores de herramientas de joyería, y como yo trabajaba con el señor Ormachea y con el señor Salazar, y como todo el tiempo los artesanos estamos siempre sin plata, quienes nos garantizaban eran los maestros; ellos hacían el pedido y nosotros les pagábamos semanalmente, y así se cumplía con el agente vendedor de Lima. De esa manera, he juntado todas mis herramietas, poco a poco.


Cualquier cosa hago, todo conozco: laminado, repujado, cincelado en alto relieve y bajo relieve, filigrana. Tengo que preparar a pulso hasta el grosor del cabello, la plata. Yo mismo preparo mi materia prima para trabajar. En Lima no conocen eso, todo lo hacen en cera, vaciado en moldes y solo engastan las piedras en sus taller. Yo lo hago todo.


Una de las características de la joyería cusqueña eran los engastados pininados con diamantes, con esmeraldas y rubies legítimos; también los engastes al grano, los cincelados tipo colonial y ese tipo de anillos que ahora ya no hay. La gente pedía mucho el modelo Chevalier y los solitarios. Hoy en día eso ni se recuerda. Cuando comencé, no tenía tienda; mi esposa se dedicaba a vender las joyas en el mercado central del Cusco: choclos de perlas, que ahora ya no se ven. La joyería cusqueña ha desaparecido hoy en día. Ya no se encargan joyas para regalos de cumpleaños; cada vez menos se hacen coronas para los santos, diademas. Yo he hecho hasta cuatro coronas para la Virgen de la Almudena; tres para la Virgen de los Remedios, y también aureolas, potencias y rayos para los niños. Varas de mando hacía mucho, ahora ya no.


Toda esta decadencia comenzó en el segundo período de Belaúnde, cuando se cortaron las importaciones, es decir, las perlas y todas esas cosas, y allí fue la caída, el oro subió, y poco a poco se fue perdiendo la joyería cusqueña. Hoy en día ya no se encuentra en ninguna joyería del Cusco, todo es industrial y tipo Lima.

Conocer la tradición en el trabajo de la platería, me ha permitido restaurar el anda del Señor de los Temblores con los mismos diseños que se hicieron en un inicio. Ahora estoy dedicado a la elaboración de la parte baja del altar, que es de madera, para reemplazarlo por uno de plata. Ya tengo todo el material preparado. Siempre me buscan para restaurar joyas antiguas, por ejemplo, para el Corpus Cristi he restaurado la corona del Patrón San José.

La mayoría de mis hijas sigue mi línea en plata; ellas han abierto los ojos a esta rama; todos estamos en este rubro; no hay ninguno que no tenga que ver con el trabajo. Comencé a los 12 años en la escuela y ahora tengo 75 años de edad: son pues 63 años de trabajo. Sigo activo, conozco cómo es el barro, cómo se manipulan las herramientas, cómo se quema en la fragua. Ese es mi trabajo, yo soy platero.


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