Ed.RnyUna mirada al paisaje andino

En la década del 60 llegó al Cusco un joven norteamericano deseoso de conocer y  entender el mundo andino.

Se trataba nada menos que de Edward Ranney, quien fue el primero en difundir la obra de Martín Chambi y proyectarla al mundo. Además, Ranney es autor de libro Monuments of the Incas, que hoy es un clásico del género tanto para especialistas en la fotografía como para los estudiosos del mundo andino.

Entrevista de Patricia Marín

¿Cómo es que llegaste al Cusco?

 

Vine por primera vez el año 61. Era aun un estudiante y ese viaje fue más bien una exploración turística. Me impresionó mucho lo que vi y me hice el propósito de regresar. Al terminar la Universidad saqué una beca de la  Fundación  Fulbright.

¿Con qué propósito obtuviste la beca?

Fue para estudiar la literatura indígena: Arguedas, Ciro Alegría, etc. En ese momento aún no estaba interesado en la fotografía. Lo que pretendía era comparar esa literatura con experiencias vividas en el campo, en comunidades indígenas. Tuve la suerte de ir a la Universidad y conocer a Oscar Núñez del Prado, el estaba ayudando a estudiantes en la parte alta de Pisac, en Cuyo Grande, Cuyo Chico. Pasé mi primer mes allí observando, escuchando el quechua y, lo más importante, sacando fotos.

 

 

 

¿Cómo fue el encuentro con Oscar Núñez del Prado?

 

 

 

 

El fue muy amable, muy conocedor de todas las tradiciones, tenía un contacto muy intimo con los estudiantes. Yo no tenía mucho contacto con él, pues no estaba estudiando antropología; por tanto,  me interesé mucho en hacer fotos documentales. Viví en Pisac, y la conocí muy bien. Fue realmente una forma de entrar a la vida del Cusco.

 

 

 

 

 

¿Cómo es que  conoces a la familia Chambi?

 

 

 

 

Comencé por comprar postales y luego regresé tantas veces al estudio que Víctor Chambi me preguntó por qué tenía tanto interés. Poco a poco fui conociéndolo y me entusiasmó la calidad de las imágenes que veía en ese estudio, no había ningún otro  fotógrafo con esa calidad de imagen.

 

 

 

¿Qué nivel de conocimiento de la cultura andina y quechua tenías en ese momento? ¿Cuánto Ed.Ranney.3pudiste entender de ellas, para luego enfrentarte a la obra de Martín Chambi?

 

 

 

 

Realmente fue un proceso gradual. Viajé bastante en la zona, fui  a la festividad del Qoyllority con Víctor, y  también con Manuel Chambi. Ese viaje fue muy importante para mí porque capté un mundo que estaba muy concentrado en su propia herencia cultural; y por eso  también fue fascinante  encontrar una obra como la de Martín Chambi, que nos descubría esa vida y esas tradiciones. Yo no fui a hacer fotografía antropológica, ese no era mi interés. Comencé a hacer fotos no sólo de festividades como  la Virgen del Carmen en Paucartambo, sino también en Pisac y Machu Picchu.  Esas fotos fueron como cuadernos de apuntes,  como referencias para hacer fotos mucho más trabajadas en el  año 1971 y aún en el año 1975.

 

 

 

¿Cómo era el Cusco de esos años? ¿Cómo éramos los cusqueños en ese entonces?

 

 

 

 

Es una pregunta muy difícil. Era un mundo cerrado y pequeño. Logré tener amistad con algunos chicos cusqueños, pero no  lograron ser duraderas. Viví en la calle Tecte y conocí a  Miguel Aragón, que luego me ayudaría en mi proyecto, pero en general conocí a muy pocos estudiantes. Más salía por mi cuenta, y con algunos otros norteamericanos. En el Cusco, yo no conocía a gente en su casa, para mí eso fue un shock, era un poco raro. En ese momento no eran abiertos a los extranjeros. Pero cuando uno salía al campo siempre era bien acogido por la  gente, muchas veces en Machu Picchu dormí en las casitas de los trabajadores.

 

 

 

¿Cómo era la gente del campo, cómo eran sus costumbres y sus labores cotidianas?

 

 

 

 

En Qoyllority, por ejemplo, pasé  todos los días hablando y  observando todas las ceremonias. También lo hice en otros pueblitos como Sangarará, donde pasé unos días  con un miembro del Cuerpo de Paz que estaba trabajando  en  cuestiones de salud, y esa fue una importante forma de conocer a las personas y la forma de vida de ese pueblito, de la necesidad de ayuda que tenían, y a ellos no les molestaba que les sacara fotos.

 

 

 

Intihuata.1jpeg¿Qué teorías antropológicas, sociológicas, o de otras disciplinas, te sirvieron como herramientas   para comprender estos mundos nuevos?

 

 

 

En ese período no estudié textos. Lo que me interesaba era el mundo visual. Poco a poco me di cuenta de la importancia de la conexión con la tierra,  los apus, sus festividades. Todo ese conjunto de cosas que realmente ahora son muy comunes y conocidas, pero en ese entonces fue un encuentro con cosas muy profundas, de las que no se hablaba en la ciudad. Esencialmente, fue una inmersión en el paisaje de los incas (yo no había visto nada semejante en los Estados Unidos), que estaba integrado a las formas de la tierra con tanto éxito: en los andenes de Pisac, en las puertas de piedra. La integración de la arquitectura con piedra viva, las rocas sagradas como el Intihuatana en Machu Picchu. Y vi también unas fotos de un arqueólogo alemán, que sacó fotos, en los años 40 y 50, de ciertas piedras labradas en el valle de Huarocondo, y Quillarumi por Anta. Para mí, esto fue como la semilla. El 75  regresé para hacer la investigación sobre la tradición de las huacas alrededor del Cusco.

 

 

 

Ya habías conocido a Víctor y a Julia, y también las fotos de Martín Chambi por medio de las postales, ¿cómo supiste lo que había  realmente en el archivo?

 

 

 

 

Conocí a Víctor mucho más  en los años 70 y 75, pues  alquilé un  jeep pequeño, lo que nos dio la oportunidad de estar con Víctor más tiempo, incluso salimos al campo fotografiando juntos, y por  esta  relación personal podía visitar el estudio de Marqués, y ver imágenes en positivo, en postales.  Al final de mi temporada de trabajo del 75, Víctor  me mostró placas de 18 x 24 de Martín. Él siempre me hablaba de esto, pero nunca había visto placas de ese tamaño. Inmediatamente que vi los primeros 50 negativos de vidrio, entendí que esta era una colección aún más trascendente  que las postales. Que había cosas muy interesantes en las placas grandes y que era necesario investigar.  Felizmente en esa época Víctor tenía un afán de entender, de estudiar el trabajo de su propio padre. Seleccioné unas 20 ó 30 placas, para que las copiaran para mí y llevarlas a Estados Unidos. En 1975 llevé esas copias y poco a poco encontré incluso a especialistas en el Cusco, como George Kubler de la Universidad de Yale. Él conoció a Chambi y sabía mucho de él. Me refirió al jefe de una organización en Boston, y me dijo que si quería seguir en conexión con ellos, seguramente  les gustaría organizar un expedición para trabajar en el archivo de Chambi. Así fue mi conexión con la Fundación Earthwatch, quienes  inmediatamente se interesaron. En el año 77, Víctor y yo organizamos toda esa expedición y tuvimos que copiar los negativos de Chambi, porque no había muchas copias, solo había placas, y ese fue el comienzo del famoso “rescate”…

 

 

 

¿Qué viste en la obra de  Martín Chambi? ¿Qué  te decían esas imágenes?

 

 

 

 

Bueno, hay varios temas y eso es lo interesante. Hay por supuesto lo folclórico, la documentación deOllantaytambo-valicha vida del campesino de varios sitios, pues el viajó mucho por el Cusco sacando fotos, que luego vendía como postales.  Pero su  profesión era de  retratista, hizo diversos retratos de la sociedad cusqueña, y fotografió a cuanta persona entraba a su estudio. El resultado de esto es una visión de ése mundo mestizo del Cusco, de esa sociedad  complicada, que en esa época no se tenía idea de  que  alguien podía haber fotografiado de esa manera. Fue una visión única, francamente. No solo por la conexión con la gente -había retratado varias esferas  de la sociedad,  y tenía cierta conexión personal con ellas-, sino también por la calidad de la imagen y la técnica que utilizaba.

 

 

 

Volvamos a tu relación con la familia Chambi, ¿cómo se desarrolló esta relación luego de realizado el rescate del archivo?

 

 

 

 

Ha tenido muchos niveles. Primero, como te dije,  con Julia y Víctor,  que eran los guardianes del archivo. Especialmente Víctor, porque fue quien organizó conmigo todos los detalles del proyecto Earthwatch, que duró alrededor de  dos meses el año 77, y llegamos a ser muy buenos amigos y colegas.  Resultó que el año siguiente, logré conseguir el financiamiento para hacer una retrospectiva de Chambi  en el Museo de Arte de la Universidad de Nuevo México, y Víctor se vino a mi estudio con las placas para poder copiarlas, y ese fue un trabajo de dos meses  o más. Los dos solos haciendo todo el trabajo en Nuevo México,  y ese fue el comienzo para todas las otras muestras, como las de  Nueva York y  las de Londres. Al pasar los años, entablé una buena amistad con Julia,  que  vivía en el Cusco, y luego fue con Teo, que tomó mucho más interés en los años siguientes, especialmente después de la muerte  tanto de Víctor como de Manuel,  y que es quien maneja  el archivo en la actualidad. Con él también tengo una amistad muy personal.

 

 

 

Al encontrarte con la cantera que era la obra de Chambi, también comenzaste a realizar  tu propia fotografía, ¿qué te atraía, qué intentabas capturar?

 

 

 

 

Para hacerla, requería de tiempo y compenetración. Pero teniendo la ventaja de haber estado en los años 60, y de haberme familiarizado con la zona, ya no tenía que aprender desde cero las tradiciones de los campesinos. Además, había visto fotos  de arqueólogos sobre las cosas incas, y veía que había una falta  tremenda,  no solamente de fotos bien hechas, sino de un acercamiento  a cómo los incas se adaptaron al paisaje, adoraban  a la huacas, a sus apus, y todo eso tenía un papel muy importe en la forma como quería presentar mi obra al mundo en términos de fotografía avanzada....

 

 

 

 

Tus aspiraciones eran muy altas…

 

 

 

 

Claro, pues en los años 60 y 70, el mundo fotográfico, al contrario del de ahora, era un mundo estrechísimo. Los artistas fotógrafos tenían que enseñar para ganarse la vida en universidades o escuelas de arte, y no podían, de ninguna manera,  sostener sus vidas  vendiendo copias de su trabajo. Yo entendí eso, pero también entendí que lo que me interesaba  no era ser artista de galería, sino, en cierto modo,  realizar fotos educativas,  dirigidas a especialistas, como los arqueólogos que podían entender lo que yo fotografiaba, pero también para el público en general. Cuando llegué a tener la oportunidad de poder colaborar con el historiador John Hemming en Londres, él se interesó inmediatamente en coordinar  el proyecto de un libro tanto p

 

ara el público en general como para los especialistas, y así se llegó a hacer Monuments

 

of the Incas, que  fue publicado en 1982, y bueno el resto es historia, ¿no? Acaba de aparecer una tercera impresión, que es además una edición revisada,  por lo que estoy muy contento, ya que estuvo  sin reimprimirse durante muchos años.

 

¿Cómo ha sido tu reencuentro con el Cusco?

Edranney.1jpeg

 

 

 

 

 

 

 

Regresar al Cusco ahora es muy especial, está muy distinto, es mucho más turístico, mucho más desarrollado en el comercio. Pero

 

 

 

incluso  ahora, pasando por la calle Maruri, veo que se han rescatado unas muy valiosas estructuras incas en lo que antes era el cuartel, y me preguntaba qué de cosas más no  estarán  por descubrirse. Toda la parte  baja del Coricancha  ya es una recuperación del paisaje, y  qué no habrá debajo. Recuerdo una foto que no es de Chambi, sino de Figueroa Aznar,  en la que se ve el Coricancha desde la otra orilla del río, que aún no estaba cubierto por la avenida el Sol, ¿cómo habría sido

 

eso en la época de los incas, que vivían junto al río?

 

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