PatricioZucconi01Entrevista a Patricio Zucconi
Gerente del Hotel Monasterio

Por: Patricia Marín

¿Cuáles son tus más tempranos recuerdos de Cusco?

Tengo como flashes de viajes a Paucartambo, de cuando tenía dos o tres años, que luego se reforzaron por fotos de mis abuelos en una hacienda que se llamaba Llaycho, hacienda que mi abuela Carmen Luglio heredó al quedar viuda de Lucho Yabar. Así que mis recuerdos datan de esos viajes de los años sesenta, que íbamos con toda la familia, los primos.

 

¿Los Astete son una familia muy grande?

Sí, de cientos de personas pero que descienden de un solo tronco. En el siglo 17, aproximadamente, llego un español De Estete a Trujilo, y de allí se propagó a todo el Perú. Cuando mi madre estaba viva, yo tenía más relación con la familia. Ella se veía siempre con sus primas, pero en los últimos años no he podido ver a todos estos primos, y eso es una lástima.

¿Estás casado?

 

Sí, con Silvia Farfán Flores, nacida en Argentina, pero de abuelo cusqueño, todavía no tengo niños. Ella es hotelera, y la mejor especialista en organización de eventos.

Estuviste fuera de Cusco mucho tiempo.

Mi padre Carlos Zucconi -de Bologna, la ciudad más linda de Italia- , viene a al Perú a comienzos de los 60 para laborar en una empresa que trabajaba la Hidroeléctrica de Machu Picchu, y allí se conocen con mi mamá. Luego de mi nacimiento, nos fuimos a Lima y poco después a Paracas. Tengo recuerdo maravillosos de ese sitio prístino, que tenía el mejor pescado y marisco de la tierra. Estuvimos tres años y nos fuimos a Trujillo, donde mi padre estuvo trabajando en el montaje de la hidroeléctrica del Mantaro, con una empresa italiana. También estuvimos en el Cañón del Pato, él intervino en la mayoría de las hidroeléctricas, que en ése momento se realizaban en el país, era uno de los mejores especialistas en alta tensión.

¿Pero no solo fueron viajes dentro del Perú verdad?

No. Cuando la inversión privada comenzaba a declinar debido al gobierno que había en ésa época, nos fuimos a vivir a República Dominicana. Luego regresamos, porque mi mamá extrañaba mucho Perú. El 74 nos fuimos toda la familia, una vez más a Venezuela, y luego mi mamá tampoco aguantó, a pesar que Caracas era una ciudad interesante y había bonanza. Al terminar el colegio, el año 80, mi papá se quedó en Centro América. Entonces en todas las vacaciones de colegio íbamos a visitarlo a Panamá, a Nicaragua, o a Honduras. Habré vivido en más de 25 casas diferentes.

Todo este movimiento desde muy temprana edad ¿qué crees que ha aportado en tu formación, en tu personalidad?

La adaptación rápida a lo bueno que hay en cualquier lugar.

¿Y cómo entras al mundo de la hotelería?

Siempre me gustó. Cuando salí del colegio en el año 80, Perú estaba lejos de ser un país turístico, y obviamente al no haber una demanda no había oferta sobre esta clase de estudios. Solo había Cenfotour, que no fue una opción para mí.

¿Cuál fue tu opción?

Ingresé a la Universidad Nacional de Ingeniería, pues me gustaba también la ingeniería por mi padre, tuve la suerte de entrar a la primera, a pesar de ser un examen muy complicado. Estudié un par de años entre cientos de miles de paralizaciones, incluso, mientras teníamos clase con nuestros profesores, alguien simplemente abría la puerta, entraban cinco encapuchados, y le decían al profesor: un momentito, y dictaban cátedra de senderismo, y nadie hacia nada. Era una época de absoluta anarquía. Lo increíble era que lo único que separaba a la Universidad Nacional de Ingeniería del cuartel de blindados del Ejército, con cientos de soldaditos, era un cerro, y allí a sus pies había senderismo. Aguanté unos dos o tres años, y me fui a vivir a Europa.

¿Cómo fue tu estadía inicial en Europa?

Fue una suerte que mi tío Washington Zúñiga fuera en ése momento el embajador ante la FAO, y estuve un tiempo con él, y seguí estudiando. Pasé de la ingeniería a la arquitectura. No era lo mío, pero lo disfruté increíblemente, porque estudiar arquitectura e historia del arte en Roma es extraordinario, un privilegio. Así que mientras estudiaba, conocía Roma y hacía mis cachuelos en hoteles, y para el año 86 ya me había enganchado, y estoy en ellos desde hace 24 años.

 

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No hemos sido suficientemente eficientes para informar a la comunidad de lo que hace el turismo por la ciudad. Se siente mucho más la voz de los que están en contra del turismo, porque decir que “el turismo no deja frutos para la ciudad del Cusco” les rinde frutos políticos. Esta autocrítica nos ha servido para pensar en planes de difusión en medios televisivos, radiales o escritos, educativos, para hacer ver clara y honestamente lo que hace el sector.

 

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¿Qué características tenían esos hoteles?

Eran de los mejores de Roma. Al inicio pude conseguir trabajos por horas. Después de un par de años, decidí estudiar realmente hotelería. Apliqué a unas becas en Inglaterra, y tuve la suerte de obtener las becas de la Comunidad Europea, y entré al Westminster College, que es parte de la Universidad de Londres, para todo lo que es hotelería y restauración. Estuve cuatro años entre estudios y trabajos, y esa fue la consolidación de mi carrera en este rubro que es la hotelería.

¿Qué tipo de formación te dieron? ¿Qué priorizaban?

Era una escuela muy didáctica, como las de Suiza, donde hay mucha práctica en todas las áreas, no solamente la teoría de las finanzas, o el manejo del mercado, o la venta. Había mucha cocina, servicios, la propia operación. También en ésa época, aparte de estudiar, comencé a trabajar formalmente, pero por horas, en hoteles y en restaurantes. Hasta que hubo un momento, en que por contactos de amigos, y por demostrar capacidad y responsabilidad, puede quedarme trabajando en uno de los mejores hoteles de Londres, el Dorchester, que es un hotel de primerísima calidad, y está entre los 100 mejores hoteles del mundo.

¿Cuántos años tenías entonces?

En ese momento tenía 28 años.

¿Cómo así vuelves a Cusco?

Por casualidad. Cuando regresé a Lima el año 93, yo ya tenía una carrera armada en Londres, pero vine a ver a mi madre porque enfermó y falleció a los meses. Un año y medio antes habían atrapado a Abimael Guzmán y el ánimo del país cambió radicalmente, así que decidí quedarme. El optimismo se había hecho presente. Desde el 93 al 97 se construyó en Lima parte de la infraestructura hotelera más importante de los últimos años, se hicieron el Miraflores Park Hotel, el Swiss Hotel, los Delfines. Trabajé un tiempo en el Por Sheraton, después pasé a los Delfines pero éste decayó. No era una empresa muy sólida porque le faltaba una asociación estratégica con un operador internacional. Un hotel único, es muy difícil venderlo, y nunca tuvo una marca detrás que lo respaldara. En el 2001, postulé al Miraflores Park Hotel, y a los meses, me llamaron. Me entrevistó el Sr. Philip Ollén, me dijeron que en Monasterio necesitaban un subgerente, y acá estoy, después de casi 10 años.

Es verdad la suerte ayuda, pero también hay una disciplina...

Sí, claro, la hotelería es divertida y muy dura al mismo tiempo. Largas jornadas y de trabajo, no hay feriados. Pero nos gusta tanto que no sentimos los estragos, además la hotelería tiene esa gran virtud de ser un mundo de humanos, todo el tiempo estamos tratando cara a cara con las personas.

¿Cómo ves la hotelería en el Cusco? ¿Qué perspectivas le ve?

Pienso que tiene que desanudarse el nudo que es Machu Picchu. Si nosotros queremos crecer, debemos sincerar Machu Picchu.

¿A qué te refieres con sincerar?

Al número de 2500 personas de carga máxima, que nadie sabe si es verdad o mentira. En realidad no sabemos a ciencia cierta cuál es la verdadera carga máxima de Machu Picchu.

¿No hay un informe de la UNESCO al respecto?

No. ¿Tú los has visto?

No.

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Hotel Monasterio

Yo tampoco. Además Machu Picchu sigue siendo manejado en la misma forma que en los años 70, cuando había unas 70 mil personas al año visitándolo. Ahora recibe 700,000 mil, y no ha cambiado nada en materia de logística. Hay más trenes, hay más hoteles en Machu Picchu pueblo, hay más buses que suben y bajan, pero internamente no hay cambios. Te puedo asegurar que con un manejo ordenado -y siempre se toma este caso como patrón de medición-, un lugar como el Alhambra recibe dos millones de turistas al año, ¿por qué? Fíjate: cuando yo fui, hice mi reserva por teléfono; me preguntaron qué día iba, les dije el día 28; ese día estaban libres los horarios de 5 a 7 y 9 a 11, ¿cuál tomaría?; de 9 a 11, contesté y el telefonista me indicó que estuviera en la puerta 15 minutos antes porque si no perdía el horario. El día de la visita, llegas solo con tu tarjeta de crédito, sin ningún problema, haces un tour maravilloso de dos horas, con guía especializado, en un grupo de máximo 20 ó 30 personas. Ves lo tienes que ver, y de ninguna manera te paseas por todo el sitio como un rebaño disperso, sin ningún orden ni control. Todo eso es impensable para el INC. Es más, no puedes pagar en otra moneda que no sea soles.

Lo que no hay en Machu Picchu es gestión, no existe. Hay restauración, hay antropología, arqueología, pero gestión cero. No existe.

¿Quién debería hacerla? ¿Cómo haces que ese destino sea más rentable pero a la vez seguro y protegido?

En primer lugar teniendo un control de los flujos. En este momento la gente va y pasa por donde quiere, pisándolo todo. Yo no entiendo cual es concepto de decir que Machu Picchu se va a destruir por recibir, en vez de 2500 visitas, 5000 al día. El piso de piedra de Machu Picchu es tan piedra como el de la Alhambra, del Partenón, de las Pirámides, o de cualquier templo antiguo de 2500 o 5000 años de antigüedad, como puede ser Egipto o el Palatino de Roma. El asunto es caminar por donde debes caminar, y por donde no debes caminar hay una rampa, como pasadizos de madera, que protegen a las piedras y tu nunca las puedes pisar. Así se protege el monumento. Que esos métodos no los acepten el Perú, es otra cosa.

Entonces no hay conservación, si conservación es, en primer lugar, prevención.

En este momento Machu Picchu es anárquico, la gente entra y hace lo que quiere.

¿De quién depende realmente la gestión de Machu Picchu?

Del INC.

¿INC Lima, o INC Cusco?

Cusco, es el que tiene el poder absoluto porque tiene el dinero. Nos queda claro a todo el sector del Cusco que no hay gestión.

¿El problema es de decisión política?

El problema dentro del INC es que el encargado político no tiene la fuerza para cambiar la estructura interna, porque hay un grupo de dirigentes o de funcionarios, los famosos “nombrados”, que son permanentes, eternos, sin riesgo de perder su trabajo y sin motivación al mismo tiempo. Se trata de un problema de la raíz. Puedes poner a un brillante directivo al frente del INC, pero cambiar la estructura interna va ser complicadísimo.

Yo estuve 6 años como gerente del Santuary Lodge, y en seis años vi muy pocos cambios. Por ejemplo, cuando llegué, estos molinetes que controlan el ingreso de personas ya tenían un año de parados. La máquina estaba averiada y hasta el día de hoy sigue así. No la retiran porque hay un juicio entre el INC y la empresa, es decir, hace nueve años que el molinete no sirve, no controla y no cuenta. Luego, cambiaron el boleto manual a un ”boleto electrónico”, que de electrónico no tiene nada: el código de barras no lo usan, pues este no es registrado por máquinas con un sistema inteligente, que evite la potencial reutilización, o reventa, de boletos. Ese tipo de problemas se anularía si se tuviera el sistema de visita única, es decir, entras lo usas y ya no te sirve más. Pero como se puede reutilizar, se da pie a todo. La gente que debe escribir su nombre lo escribe con lápiz, entonces entras con tu boleto, te lo marcan, sales, borras el lápiz, y pones tu nuevo nombre. Cuando reingresas, verifican que tenga un sello, te piden el pasaporte y lo verifican, pero el boleto tiene el nombre cambiado.

¿Quien tiene que encargarse de reorganizar la gestión de Machu Picchu?

Tiene que haber una asociación de fuerzas que sean capaces de sacar las cosas adelante, pero sin celos, ni ese tipo de cosas...

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Las orquídeas. El Perú es uno de los países con mayor variedad.

¿A qué celos se refiere?

A que si yo, INC, dejo de ser el amo y señor de Machu Picchu, voy a perder una parte de mis ingresos. Si yo voy a ser el encargado, obviamente tengo gastos, tengo personal, se supone que tengo inversión, entonces tengo que quedarme con la parte más grande de la tajada, no recuerdo bien los porcentajes de la división, pero me parece que el 10% va al municipio de Machu Picchu, el 60 ó 70 % al INC, y el resto al ex-Inrena, ahora SERNAM, y son millones de millones al año. Multiplica 700,000 por 30 (no todos pagan 40 dólares, ni 20 dólares, entonces 30 es el promedio): son 21 millones de dólares al año, es un grueso dinero.

 

¿Qué opina de regionalizar el INC?

La regionalización se tiene que dar tarde o temprano, porque es la necesidad de un país no tener concentración de poder en un solo lugar, pero al final todo dependerá, ya sea en Lima o en Cusco, de tener la gente capacitada y adecuada para la gestión.

¿Cusco tiene cuadros para eso? ¿Existe en el Cusco una persona especialista en gestión de monumentos históricos por ejemplo?

Esa especialidad específica que acabas de nombrar no sé si haya. Gente capaz hay, definitivamente, y con mentalidad progresista y conservacionista al mismo tiempo, que es lo que queremos. Y yo estoy de acuerdo en que tienen que ser instituciones importantes; el INC, tiene que estar, tiene que estar el Servicio Nacional de Parques...

Quizás pensar en un patronato, en supra estructura....

Exactamente, y tiene que estar gente del sector turismo, del sector cultura, sino cómo haces gestión, tienen que estar todos los que están relacionados, pero el estar encargado significa ser responsable.

¿Alguna vez ha venido un especialista en la materia a asesorar al personal de INC?

No tengo acceso a esa información. Pero lo que si sé es que nosotros los peruanos pagamos impuestos para mantener a todos los burócratas del INC, y cuando les pides información no te la dan porque dicen que es suya. Obtener información del INC es muy complicado, los trabajos de investigación arqueológica son tan secretos que nadie los conoce, ni siquiera la gente que viene a querer colaborar con ellos en planes o convenios con grandes universidades extranjeras, o instituciones de difusión mundial, como el National Geographic, etc. Todo esto debe cambiar, y debería permitirse la intervención de instituciones tan importantes como las universidades locales y foráneas, etc., pero es muy difícil convencerlos. Quizás haya algún proyecto importante realizado por el INC con Harvard, o con cualquier universidad del mundo, porque si existen yo no los conozco, porque todo es cerrado, secreto. ¿Por qué?

Si el INC no hace mucho a ese nivel, ¿qué hacen los gremios y el Municipio?

Cuando nos convocan, acudimos y tratamos de ser proactivos, pero al mismo tiempo el tema puntual de Machu Picchu es complicado, porque no te dejan mucho espacio para aportar, ya que está en manos de esas dos instituciones.

Últimamente se está hablando de la Oficina de Gestión de Destino, OGD, que trataría de englobar todas las buenas intenciones y ser una instancia que ofrezca una visión global, a la cual puedan aportar todos los sectores involucrados. El área que abarca es mucho mayor que Cusco o Machu Picchu, y participan todos los que deben participar porque es la única forma. Habrán más reuniones próximamente y se va consolidando poco a poco. Esta es una instancia importante porque es una entidad pública y privada. Desde mi punto de vista es uno de los instrumentos que podrían utilizarse para mejorar la situación.

El empresariado, con la Cámara Regional de Turismo, está muy activo en estos últimos cuatro años. Se ha reflotado la cámara que estuvo dormida, Boris Gómez, que es su Presidente, está haciendo una labor muy importante y ha posicionado muy bien a la Cámara. Pero siendo autocríticos el sector turismo está muy fraccionado a nivel Perú, porque hay una serie de Cámaras y asociaciones, fracciones de fracciones de poca representatividad, y eso impide una solidez del sector. La Cámara Nacional de Turismo representa básicamente al sector Lima, y entiendo que una Cámara Nacional de Turismo debería ser una instancia donde haya un representante de cada región, con un voto decisivo. No puede ser que haya N representantes de Lima y cero de provincias, entonces ¿qué clase de Cámara de Turismo es esa?

¿Cómo se ha posicionado la representación cusqueña?

La Cámara Regional de Turismo de Cusco, Cartuc, tiene ya casi 90 miembros, obviamente aportamos una cuota mensual, hay una gestión transparente, hay un comité directivo bien diversificado: están los representantes de los guías, transportes, hoteles, agencias de viajes, pero todos del sector privado. Y hemos llegado a algo tan importante como es tener un sitio en el directorio de Promperú, que es una institución que tiene bastantes ingresos, pues recibe 15 dólares de cada boleto vendido en el Perú; por tanto, es importante que haya un cusqueño y muchos más provincianos que puedan decir : yo necesito parte de ese presupuesto para hacer tal o cual cosa; o votar a favor de hacer tal o cual campaña. Lo importante de Promperú es que allí hay una correlación de fuerzas público-privadas, no solo deciden la Viceministra de Turismo o la gerente de Promperú.

¿Cómo son las relaciones del sector turismo con la comunidad cusqueña? ¿Cómo ha tomado la colectividad este boom turístico?

Pienso que no hemos sido suficientemente eficientes para informar a la comunidad de lo que hace el turismo por la ciudad. Se siente mucho más la voz de los que están en contra del turismo, porque decir que “el turismo no deja frutos para la ciudad del Cusco” les rinde frutos políticos. Esta autocrítica nos ha servido para pensar en planes de difusión en medios televisivos, radiales o escritos, educativos, para hacer ver clara y honestamente lo que hace el sector.

Pienso que hay mucho por hacer: la percepción cusqueña en general aún no es la que quisiéramos, porque a la primera marcha siempre hay alguien que levanta una bandera contra el turismo.

¿Qué dirían esas campañas? ¿Qué deberían hacer sentir, o dar a entender ustedes a los cusqueños?

Básicamente que la gente sencilla, que a veces está mal informada, o mal guiada, llegue a racionalizar de dónde vienen sus ingresos. No sé si escuchaste este spot, en la radio, sobre el taxista al que se le avería el carro y para; el mecánico va y le repara el auto. Pero si tiene ese trabajito es porque el taxista estaba llevando gente de la mina, y es la mina la que le paga el servicio. Entonces hay una cadena que finalmente termina en manos del que arregla la llanta al taxista. El dinero va fluyendo y distribuyéndose en los más recónditos negocios. Por otro lado, también está el problema de la responsabilidad social de las empresas, que le corresponde a ellas resolver, pero que también debe ser bien entendida...

En ese sentido, el turismo tiene una responsabilidad capital con respecto a la cultura, ¿el gremio ha tomado cartas en el asunto? ¿Cómo?

Pienso que aún es muy incipiente, nosotros debemos resaltar y revalorar no solo Machu Picchu y las piedras, sino todo lo que signifique cultura. Perú tiene esa gran ventaja comparativa: tiene recursos aún no explotados en el campo de la cultura (aunque esa palabra “explotación” da a entender que hubiera un solo beneficiario y que los demás se quedan con las esquirlas). La cultura debe ser revalorada, de tal modo que todos los peruanos nos sintamos orgullosos de lo que tenemos. Todo eso va a contribuir a la vez a preservar la cultura, y a traer más diversificación de visitantes, que vengan a ver no solamente arqueología, sino también cuadros, textiles, cultura viva.

¿Existe en los gremios una estrategia educativa? ¿Se ha coordinado con el sector educación, por ejemplo? ¿Hay un trabajo multidisciplinario al respecto? ¿A quién le correspondería una iniciativa de esta naturaleza?

Creo que nos toca a nosotros, porque las grandes instituciones son un poco lentas y cerradas. No comparten lo que saben.

¿Los cusqueños conocen realmente la catedral por ejemplo?

Seguramente la han visto muchas veces, pero no sé si la entiendan realmente.

 

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Hotel Monasterio

 

Me hablaste de Boris Gómez, ¿existen otros líderes?

Los hermanos Ruiz Caro, Fernando y Ricardo, Roger Valencia, Alfonso Galvez. Carlos Milla es de otra generación, pero es uno de los pioneros. Está también Pepe Altamirano.

¿Cuáles serían los retos más importantes del sector turismo para comprometerse con el Cusco, y no solo con su negocio?

Creo que uno de los retos, más que de del sector turismo, de la sociedad toda, es ser formales. Por estadísticas sabemos que más del 50% del sector turismo y otros es informal, incluso más del 50%. Es decir hay más informalidad que formalidad. Es lamentable, pero creo que eso sucede porque la naturaleza humana es así: si ve un resquicio, se escapa por la puerta de atrás. Los países más avanzados funcionan porque hay más control, no porque la gente sea más responsable. El inglés si no maneja borracho, es simplemente porque tiene tanto miedo a las multas que no lo hace y se toma su taxi; no lo hace porque sea consciente, sino por temor a las multas, porque hay orden y hay hasta represión. Yo estoy convencido que el 99% de la gente, porque la naturaleza humana es así, va a hacer siempre lo que más le conviene, y lo que es más fácil. Los estados prósperos a nivel de organización, funcionan porque hay una maquinaria fiscalizadora a todo nivel. Es necesaria porque si hay informalidad en el sector, éste no paga impuestos y el más perjudicado es el trabajador de esa empresa porque no tiene beneficios sociales, no se cumplen con sus derechos laborales, no tiene pensión. La reforma del Estado tendría que comenzar por poner más fiscalizadores, en la SUNAT, en la policía...

¿Crees que necesitamos un estado controlador?

Un estado que haga cumplir las leyes. Pongo un ejemplo: la Dirección de Comercio e Industria del Cusco va una vez al año a inspeccionar los hoteles de la ciudad del Cusco, que son cientos de hoteles, hasta miles de hoteles en la región, y esta Dirección cuenta con solo dos inspectores, ¿cómo voy a hacer cumplir las leyes con dos inspectores? No pueden contratar más personal porque hay una ley de austeridad en el Estado, y entonces es un círculo híper vicioso. Porque solo se podrá recabar más impuestos cuando haya empresas formales, entonces se requiere inspectores que hagan cumplir la ley, eso requiere de un presupuesto extra, pero ese gasto va a generar un mayor retorno, porque los que son informales ahora comenzarán a contribuir al erario nacional. En realidad, no significa que voy a gastar en inspectores, sino que voy a invertir en ellos para que todas las empresas informales, que son el 60% en el Perú, por fin contribuyan. Así, nuestra SUNAT tendrá los impuestos que se merece, y la gente después no reclamará porque no tiene carreteras, hospitales. Desde mi punto vista, todo es falta de control.

Es un problema estructural, no hay una conciencia desde la base, desde la formación del ciudadano. Todos deberíamos pedir una boleta por más pequeño que sea el negocio.

Y el ciudadano tiene que tener claro que ese es su derecho. Y estoy totalmente convencido de que el sector turismo tiene que tomar con energía una campaña en este sentido, y creo que mientras más jóvenes sean los receptores, seremos más eficientes.

¿Cómo ves la fricción entre la empresa turística foránea y la local?

Siempre hay celos de los mediocres. El cusqueño serio y proactivo, sabe que dentro de sus limitaciones, sobre todo financieras, puede crecer hasta un cierto punto, pero si tiene creatividad no debería tenerle miedo a las grandes empresas, aunque estas tengan a su favor el factor financiero. Las herramientas financieras ayudan mucho, pero la capacidad creativa se desarrolla cuando las cosas se ponen complicadas, o cuando el mercado es muy competitivo. Pienso que si ahora en el Cusco la gente está asustada o amedrentada, debe reaccionar porque la cosa no va a parar. El crecimiento poblacional en el Perú y en el mundo va a seguir, nadie lo puede parar, cada vez las oportunidades van a ser más limitadas. Uno tiene que tener habilidad, preparación, iniciativa, creatividad y no dormirse en sus laureles. Creo que los cusqueños estamos totalmente capacitados dentro de nuestros segmentos, y eso lo demuestra la familia Oviedo, los Navarrete, que en sus sectores han hecho las cosas bien. Pero aún estas empresas de cusqueños exitosos, y con muchísimos millones detrás, les falta pensar en la calidad total. Por eso me permito hacerles una crítica constructiva a los supermercados locales, porque su atención es muy deficiente, así como su calidad de productos, su manejo, su gestión. Ahora están bien porque tienen un público cautivo, pero cuando llegue uno que sepa del negocio, les va a hacer ver la realidad. Allí está la crítica: cuando soy el rey de un pueblito hago lo que quiero, pero cuando viene uno grande y me destroza ¿por qué me voy a poner a llorar?, ¿por qué no hice bien las cosas cuando pude? Especialmente cuando había la capacidad financiera de hacerlo.

¿Acompaña al turismo la política nacional?

No. No es política de Estado. Ningún presidente ha entendido eso.

¿Cómo debería un gobierno hacer del turismo una política de Estado?

El Ministerio de Turismo debería ser una cartera única, para que tenga un peso propio, una capacidad de gestión y decisión como los demás ministerios. Si bien existe un plan nacional de desarrollo del turismo, todavía no se ejecuta. Y no se ejecuta porque no tiene un Ministro cuya principal actividad sea preocuparse de eso, y no solamente el 10% de su tiempo.

 

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"Gente capaz hay, definitivamente, y con mentalidad progresista y conservacionista al mismo tiempo, que es lo que queremos"

 

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¿Qué debería ser prioritario para ese Ministerio, en caso de que existiera?

Debería trazar planes estratégicos, identificar los diez atractivos turísticos más importantes de la región, y realmente concentrarse en esos atractivos, antes de pensar en cien. Si Machu Picchu no está optimizado, ¿qué podemos esperar de los otros destinos turísticos? El Ministerio de Turismo debería, en primer lugar, hacer una campaña de sinceramiento y ver qué hace falta: ¿carreteras?, ¿aeropuertos? Que el Estado invierta en infraestructura, o se hagan concesiones con empresas privadas. Si hablamos de la costa, por ejemplo, hace falta un puerto, porque no tienen dónde atracar los cruceros que por suerte se han incrementado estos diez últimos años, y dejan una importante cantidad de dinero durante los meses de verano.

¿Faltan hoteles?

Bueno, le toca al sector privado, pero el sector privado va a poner un hotel cuando haya un aeropuerto y una carretera, porque antes es imposible, y son cosas relativamente sencillas.

Hay que trabajar a nivel macro las potencialidades del país, desarrollarlas bien, copiar modelos y mejorarlos. Inventar, ser creativo está bien, pero también se pueden copiar modelos y mejorarlos, pues no hay mucho que pensar. En muchos lugares ya están hechas las cosas, y hay muy buenos ejemplos que podríamos adaptar. Lamentablemente, ningún político, ni ningún Presidente ha entendido lo que podría ser este sector bien manejado.

¿Solo Ministerio de Turismo? ¿Y la cultura?

Deberían trabajar de la mano. El turismo hace sostenible la cultura. No puede ser que el turista deje cinco o siete soles en el museo de Sipán. Un vez conversé con Walter Alva, y me dijo: “He enviado mi solicitud al INC para que suban el precio del boleto y todavía no me responden”. De eso hace como cuatro años, yo pondría el Museo de Sipán en 20 dólares, porque es de clase mundial. Por eso digo que el turismo va a contribuir al crecimiento y sostenimiento de la cultura, porque si le triplicas el presupuesto a Walter Alva va a hacer maravillas, y solo estoy poniendo un caso emblemático de lo tenemos en Perú.

¿Qué nos falta culturalmente en Cusco?

Nos falta ser más abiertos a lo nuevo. No pensar que solo lo Inca es importante, todo es importante. Las nuevas tendencias, los nuevos artistas, los nuevos pintores y escultores, cantantes, y creo que allí le falta dinámica al Municipio, es bastante dormida su actividad cultural.

¿De los muchos recursos que tiene el Cusco, qué crees que requiere mayor atención como posible destino o atractivo turístico?

Las orquídeas. El Perú es uno de los países con mayor variedad. Creo que estamos entre los cinco países del mundo y es triste que no haya un solo orquideario. Si estuvieran bien manejadas por un ente privado o por una concesión adecuada, le dejarían divisas al Estado o SERNAN. Ese turismo podría también generar divisas para el país. Lamentablemente, este patrimonio es depredado por un mercado negro muy potente, hay mucho tráfico de orquídeas. Este es un buen ejemplo. Colombia, Brasil, tienen orquidearios maravillosos y cobran para ver esas maravillas. Puede ser un proyecto sostenible en el tiempo, tanto en investigación y conservación, pues cuando hay recursos se puede hacer muchas cosas.

¿Cómo ve a los jóvenes cusqueños?

Muchos cusqueños han comenzado a trabajar por su ciudad, han dejado de ser personas que vivían de sus rentas y se han vuelto empresarios.

Hay un cambio de mentalidad, en los empresarios, en los universitarios, en los jóvenes. Tienen nuevos retos, tienen optimismo por lo que está sucediendo. Están viendo que tienen oportunidades, y esas oportunidades se las da el trabajo. Esta juventud ha entendido que es el turismo. El cambio se hará posible por la nueva sociedad cusqueña que ha decidido por esta profesión. Esto positivo, porque van a defender, como es normal, lo suyo. Antes en el Cusco se graduaban 100, ahora se gradúan 1000. Y esos mil tendrán que buscar oportunidades de trabajo en el rubro, en cualquier de sus sectores: transportes, agencias de viajes, restaurantes, etc. El sector se consolidará porque así lo decidió la juventud en esta década. Consciente o inconscientemente, pero ya lo hizo, y esa es una esperanza.

Comentarios   

0 #1 Ester Ventura 23-07-2017 22:59
Estupenda entrevista.
Excelentes preguntas, querida Patricia...
Excelentes respuestas, estimado Patricio...
Claridad para ver el panorama del turismo en el Cusco y de la relación entre Turismo y Cultura.
Y para transmitir la importancia de saber comunicar...
Me encantó leerlos. ¡GRACIAS!
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