Carrilluchayoc: Un puente para la competencia y el desarrollo.

fausto-salinas3A finales del año 2006, un pequeño pueblo de la selva cusqueña y sus autoridades de entonces, encabezadas por una mujer de mucho coraje, cobraron notoriedad por su decisión de impulsar, contra viento y marea, la construcción del famoso puente Carrilluchayoc. Se trataba del puente que permitiría otro acceso a Machu Picchu desde la provincia de la Convención, sin pasar por la aduana privada virtualmente impuesta por el monopolio ferroviario.

Pueblo y autoridades se enfrentaron en ese propósito a la burocracia cultural del INC, a las autoridades ambientales e incluso a las recién estrenadas autoridades gubernamentales nacionales que haciendo gala de su desconocimiento del tema se limitaron a seguir el libreto dictado por el INC y el INRENA, jugando de esta manera el partido que mejor convenía a los intereses económicos que vieron y ven en el puente, el mayor peligro para sus privilegios.

Tuve el honor en ese momento, en mi condición de cusqueño y de presidente de la Cámara de Comercio del Cusco, de liderar una cruzada empresarial en favor del puente, al que bautizamos como el puente de la competencia. El esfuerzo y la contribución de muchos empresarios está hoy materializado en una pequeña parte de ese puente y en circunstancias como las actuales, donde las mismas fuerzas reaccionarias pretenden mediatizar este logro ciudadano apelando bajo el pretexto de una reglamentación y apelando incluso al apoyo de la Unesco, siento la obligación de alcanzar, una vez más, razones para entender primero y apoyar luego, este puente.

CARRILLUCHAYOC no es una infraestructura edificada dentro de Machu Picchu, ni siquiera al pie de la ciudadela. Ni siquiera se halla dentro del Santuario Histórico de Machu Picchu, sino fuera de este, en lo que se denomina la zona de amortiguamiento. Es un puente que se halla a más de 15 km. de distancia. A una distancia obviamente mayor que la que separa la ciudadela con el Hotel Santuary Lodge, mucho más distante que el poblado de Aguas Calientes y sin duda, a una altitud y ubicación que ni compite, ni desafía a la ciudadela.

El puente CARRILLUCHAYOC no es una invención de las autoridades del 2006, ni una especulación de los empresarios cusqueños, es simplemente la recuperación de una vía de comunicación que unía el Cusco con la provincia de La Convención y que fue destruida por el aluvión de 1988. No se trata entonces de una edificación exótica, sino de la recuperación de una vía de comunicación preexistente para una nueva modalidad de transporte terrestre, ante la desaparición de la línea férrea hacia Quillabamba que dejó a esa ciudad capital de provincia aislada del Cusco y del potencial turístico de Machu Picchu.

fausto-salinas4La construcción del puente CARRILLUCHAYOC ni deroga ni suspende la reglamentación del Santuario Histórico de Machu Picchu que establece un límite de acceso de visitantes establecido en 2500 personas por día. En tal sentido, no se puede decir que el puente en sí mismo vulnere esa reglamentación e imponga per se a Machu Picchu una mayor cantidad de visitantes, ya que si el solo hecho de que un puente permita el paso de turistas fuera lesivo a la citada reglamentación, habría que limitar, por igual razón, el paso de turistas en tren o el número de asientos de tren que se venden, toda vez que tan lesivo sería un visitante que llega en un asiento de 588 dólares, como el que arriba pagando apenas 45 soles por CARRILLUCHAYOC. ¿O existe alguna razón lógica, jurídica o moral que permita sostener que los pasajeros transportados por emergentes empresarios de transporte locales a través del puente merecen distinto trato que aquellos que se trasladan en los vagones de tren a tarifas exponencialmente superiores?

La construcción del puente no ha roto la reglamentación indicada ni ha puesto a los visitantes de facto en la ciudadela. Ni lo uno ni lo otro es posible. Lo único que ha hecho el puente es desafiar la atrofiada visión de las autoridades culturales y ambientales que no son capaces de evaluar alternativas de acceso a Machu Picchu, turnos de visita, nuevos horarios, nuevos puntos de ingreso como existieron en el tiempo de los incas y vías de escape, tal y como, con inteligencia y persistencia han propuesto las Cámaras de Turismo y de Comercio del Cusco, sin respuesta oficial hasta la fecha. La incapacidad de encontrar estas alternativas o la decisión de no buscarlas para mantener el statu quo actual no son razones para justificar el cierre del puente, ni razón suficiente para una regulación que no existe en la vía férrea, entregada al monopolio, que dejaría al puente como un elefante blanco o como mera coartada de una competencia aparente. Si se tuviera que regular el acceso, habría que hacerlo por respeto al principio de igualdad, por todos los accesos y no solamente por aquel lado que afecta los intereses del concesionario ferroviario.

El puente ha permitido, como se entendió en aquel momento, la apertura de una nueva ruta de acceso a Machu Picchu para turistas de bajo presupuesto, para turistas latinoamericanos y, sobre todo, para jóvenes y estudiantes peruanos, cuyo presupuesto no les permite pagar las tarifas que el tren impone e incrementa a falta de regulación y ante la inacción, deliberada, de las autoridades de transportes, de turismo y de defensa de la competencia. Es cierto que esta ruta no interesa al turismo de gran presupuesto, sin embargo, ello no es razón para que no le importe a las autoridades de turismo que llegaron al gobierno proclamando en el punto 296 del Plan de Gobierno “El turismo para todos”. ¿O es que se entiende que “el turismo para todos” es el de 588 dólares?

CARRILLUCHAYOC es la bisagra que permite abrir la puerta hacia y desde la provincia de La Convención para integrar a esta zona del Cusco al desarrollo turístico en base a un potencial incomparable compuesto por buen clima, abundante agua, baños termales, hermosos paisajes, frutas exóticas y recursos del canon para desarrollar una infraestructura turística de entidad. Solamente abriendo La Convención al eje de desarrollo impulsado por Machu Picchu será factible cerrarle el paso al narcotráfico, que ante la falta de posibilidades en esta zona, se está convirtiendo en la principal fuente generadora de recursos en esta provincia.

Finalmente, desde una perspectiva económica, CARRILLUCHAYOC no es más que una profundización del derecho a elegir del ciudadano y del consumidor y una forma tangible y concreta de lograr que el mercado, tan pregonado pero tan restringido, convierta el vicio privado en virtud pública.

Confío en que estas razones permitirán entender la necesidad del puente para apoyarlo y que se entienda que el puente Carrilluchayoc incluye a una población hambrienta de futuro y presa hoy y desde hace muchos años de las prédicas antisistémicas, haciéndola no solamente partícipe del desarrollo económico y del bienestar al que tienen derecho grandes y chicos, limeños y provincianos, cusqueños y convencianos; sino también que el puente permite “construir la paz en la mente de los hombres mediante la educación, la cultura, las ciencias naturales y sociales y la comunicación”, como reza el objetivo de la Unesco.

Cusco, 24 de enero de 2009

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar