QuiqueEntrevista al Arquitecto Enrique Estrada

A las puertas de las elecciones municipales, cabe preguntarse: ¿Qué pasa con nosotros los cusqueños?

Este domingo 2 de octubre nos enfrentamos a una nueva elección. Desde mi particular punto de vista, una elección yerma, con candidatos anodinos y sin propuestas. Pero lo más preocupante no son ellos. Somos nosotros, los electores, que formamos parte de una sociedad que, desde hace aproximadamente tres décadas, ve al Cusco solo con una mentalidad rentista que medra de nuestra herencia inca y colonial, sin siquiera aportar como debería a su desarrollo y capitalización.

Al contrario, desde las décadas sesenta y setenta, no hemos tenido propuestas ni debates sobre la proyección y manejo de la ciudad. Los cusqueños no hemos generado una clase dirigente capaz de producir líderes que propongan planteamientos realistas y sostenibles para el desarrollo y la administración de la ciudad. Pero, eso sí, hemos sido muy pródigos en planes de comercialización y venta de nuestros bienes culturales. Debido a lo cual, al llegar la pandemia se hizo patente que, sin el turismo, nuestra economía es casi nada. Lo peor es que la presente campaña electoral revela que no se ha tomado ninguna consciencia de esa situación penosa. Así, nadie parece acusar el golpe de la falta de infraestructura, cuyos presupuestos fueron festinados por las autoridades elegidas por voto popular, y que están aún entre rejas. Seguimos construyendo en las laderas, en áreas de vocación agrícola, en una alocada carrera de urbanización informal e incluso delincuencial.

Nos hemos olvidado, por ejemplo, que somos parte de la zona altamente sísmica; pero nadie se refiere a la prevención respecto a posibles embates de la naturaleza. Si bien el terremoto del 50 fue devastador, recuperamos la ciudad gracias a profesionales cusqueños bien preparados, que se esforzaron en todos los campos para lograr modernización y desarrollo.

En cambio, la presente generación de “líderes” solo sirve a sus propios intereses y a los de aquellos que ayudan con un ojo puesto en la futura repartija de la torta. ¿Qué pasa con los cusqueños? ¿Cuáles son los problemas que no estamos atendiendo? Estas y otras preguntas se desprenden del dialogo que sostenemos con el arquitecto Enrique Estrada, quien tiene una clara idea de la situación.

A las puertas de las elecciones municipales, cabe preguntarse: ¿qué pasa con nosotros los cusqueños?

A las puertas de las elecciones municipales, cabe preguntarse: ¿qué pasa con nosotros los cusqueños? Este domingo 2 de octubre nos enfrentamos a una nueva elección. Desde mi particular punto de vista, una elección yerma, con candidatos anodinos y sin propuestas. Pero lo más preocupante no son ellos. Somos nosotros, los electores, que formamos parte de una sociedad que, desde hace aproximadamente tres décadas, ve al Cusco solo con una mentalidad rentista que medra de nuestra herencia inca y colonial, sin siquiera aportar como debería a su desarrollo y capitalización. Al contrario, desde las décadas sesenta y setenta, no hemos tenido propuestas ni debates sobre la proyección y manejo de la ciudad. Los cusqueños no hemos generado una clase dirigente capaz de producir líderes que propongan planteamientos realistas y sostenibles para el desarrollo y la administración de la ciudad. Pero, eso sí, hemos sido muy pródigos en planes de comercialización y venta de nuestros bienes culturales. Debido a lo cual, al llegar la pandemia se hizo patente que, sin el turismo, nuestra economía es casi nada. Lo peor es que la presente campaña electoral revela que no se ha tomado ninguna consciencia de esa situación penosa. Así, nadie parece acusar el golpe de la falta de infraestructura, cuyos presupuestos fueron festinados por las autoridades elegidas por voto popular, y que están aún entre rejas. Seguimos construyendo en las laderas, en áreas de vocación agrícola, en una alocada carrera de urbanización informal e incluso delincuencial. Nos hemos olvidado, por ejemplo, que somos parte de la zona altamente sísmica; pero nadie se refiere a la prevención respecto a posibles embates de la naturaleza. Si bien el terremoto del 50 fue devastador, recuperamos la ciudad gracias a profesionales cusqueños bien preparados, que se esforzaron en todos los campos para lograr modernización y desarrollo. En cambio, la presente generación de “líderes” solo sirve a sus propios intereses y a los de aquellos que ayudan con un ojo puesto en la futura repartija de la torta. ¿Qué pasa con los cusqueños? ¿Cuáles son los problemas que no estamos atendiendo? Estas y otras preguntas se desprenden del dialogo que sostenemos con el arquitecto Enrique Estrada, quien tiene una clara idea de la situación.

Publicado por Valicha.com en Jueves, 29 de septiembre de 2022