Doña Trinidad María Enriquez y Ladrón de Guevara
Por: María Luz Crevoisier
Periodista
Fotografías: Raúl Marín Manga
El estío ha marcado a la ciudad del Cusco con un perfil de fría escarcha y las calles están envueltas por un viento de luto. Es de mañana y un cortejo solitario se acerca al cementerio de La Almudena. No hay preces, ni discursos ,ni doblaron las campanas.
Trinidad María Enríquez: fundó LA VOZ DEL PERU convirtiéndose así en la primera mujer periodista peruana, según Jorge Basadre |
El cortejo avanza casi solitario pues lo acompaña poca gente, tal vez familiares y uno que otro amigo. Es el 21 de abril de 1891 y la señorita Trinidad María Enríquez se va camino a su entierro. Ella por haber sido libre pensadora fue condenada al ostracismo por una sociedad hermética y retrógrada olvidando así que fue la primera mujer peruana ingresante a las aulas universitarias y al decir del historiador Jorge Basadre también la primera periodista peruana.
El Cusco del siglo XIX era una ciudad olvidada, lejos estaba su antiguo apogeo, atrás la gloria de Pachacútec, Wiracocha, Huayna Cápac. Sus días resumían un vacío de casas deshabitadas, calles con acequias sucias, mendigos rondando los portales de la Plaza de Armas, niños pobres, huérfanos de la guerra pidiendo limosna, viudas sin ayuda en completo abandono y muchas beatas y celestinas además de los innumerables rosarios maitines, novenas, procesiones que marcaban las horas, entierros, corridas de toros, paseos al Rodadero y bailes al anochecer donde se danzaban la cueca, el huayno o se tocaba algún yaraví al son de la guitarra o el charango.
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Local de la Sociedad de Artesanos del Cusco |
De la vida intelectual había muy poco que decir, a excepción de algunas presentaciones teatrales en el Paraninfo de San Antonio Abad o recitales literarios musicales en el colegio de Ciencias fundado por Simón Bolívar, aparte de poder adquirir algún libro en la única librería de la ciudad ubicada cerca de la iglesia de la Merced.
En ese ambiente nació Trinidad María Enríquez y Ladrón de Guevara el 1 de junio de 1848, era la tercera hija de don Marcelino Enríquez y doña Cecilia Ladrón de Guevara y Castilla. El historiador cusqueño Horacio Villanueva Urteaga acredita una genealogía que la vincula con José Gabriel Condorcanqui .Realizó sus estudios en el colegio de Las Educandas regentado por la señorita Antonina Pérez quién por su precocidad le confía a los nueve años el dictado del curso de Geografía. Concluidos los años escolares estudió bajo la dirección de maestros particulares.
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Sociedad de Artesanos y actual galería para el turismo |
Pero ella aspiraba a más y en 1872 funda un colegio para señoritas asignado en una de sus casas, el número 44 de la calle Mesón de la Estrella (la misma que seria sede del diario El Sol fundado por su sobrino Angel Vega Enríquez y Benjamín Mendizábal) entre sus alumnas destacarían Clorinda Matto de Turner, Inés y Felícitas Vizcarra de Echave, entre otras.
Suprimió el curso de Religión y en su lugar introdujo cursos avanzados como Matemáticas, Derecho Civil y Romano, revolucionando la educación para la mujer hasta entonces tan arcaica... Por las noches dicta clases a los artesanos y los agrupa en la Sociedad de Artesanos del Cusco, además propone para una diputación en 1876 al carpintero Francisco Gonzáles pero se da cuenta que un obrero jamás podrá luchar solo y decide ingresar a la universidad.
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Este retrato de Trinidad María Enríquez se encuentra en el local de la Sociedad de Artesanos del Cusco |
Esto se concreta después de que el entonces presidente del Perú Nicolás de Piérola le concede el permiso para que pudiera rendir los exámenes que le acreditaban haber culminado el colegio. El 20 de abril de 1875 y durante ocho días seguidos, la sociedad cusqueña fue testigo de los brillantes exámenes rendidos por esta extraordinaria mujer, quién al decir de su sobrino Angel estrenó cada noche un traje nuevo. Así se convirtió en la primera mujer en ingresar a una universidad en Perú y en América. Cuando Chile nos declaró la guerra el 5 de abril de 1879, ella con su propio peculio y alentando a sus artesanos consiguió que la mayoría se alistara ayudando así al entonces prefecto del Cusco Andrés A. Cáceres a formar el ejército ZEPITA que se inmolaría en la batalla de San Juan.
Al verla sola, sus enemigos que no le perdonaban ser una visionaria la atacaron sin tregua, para defenderse editó LA VOZ DEL PERU convirtiéndose así en la primera mujer periodista peruana, pero se encontraba ya muy enferma y falleció el 20 de abril de 1891 . Desde entonces, solamente un silencio de voces la acompaña como si quisiera acallar la dimensión de su obra. El Cusco y la sociedad peruana tienen una deuda con esta adelantada mujer que supo vencer las adversidades para romper uno de los mayores obstáculos que limitaban al sexo femenino, además de abrirnos todas las posibilidades hacia la realización personal.